Y se expande la desidia como una enredadera de nocturnos coloresy se escuchan aullidos y gemidos lunares.Noches como esta, pienso; paralela al piso, al techo.Pienso sin saber en qué. Busco. Examino el aire.Pienso en qué pensar que no sea la soledad,palpo sonidos aprendidos de memoria, indago,huelo el ambiente violentamente inmutable,atestado de palabras muertas en libros, como tumbas. Y percivo el olor de las flores secandose bajo la sombra humeda de mi presencia. Divago, sumergida en un océano vacío,inmenso como el universo que contiene todo,porque no se limita a las fronteras;dueño de la infinidad del cosmo, de la elascticidad del tiempo y el espacio,un ilimitado vacío donde habita todo,donde todo emerge y desaperece. Pienso.
Pienso en las moscas,en los cuadros colgados que no vendíinsultándome con sus besos, con sus sonrisas congeladasen la armonía; pienso en los paisajes inventadosy en esos diccionarios viejos con dibujos de colores pálidosmugrientos de nostalgias, polvo y telaraña.Noches como estas, pienso... y Sigo buscando en que pensar.
