Revista Diario

Noches de insomnio

Publicado el 15 mayo 2024 por Laika
NOCHES DE INSOMNIO

Me perdí por un camino repleto de amapolas mezcladas con la flor de la colza saboreando la vida.

El espectáculo era maravilloso.

Después, al volver la esquina, me encontré con mi amigo, Gabriel, su tata, y su pequeña hermanita.

Le vi entrar en la tahona cercana y pidió una barra de pan, mientras le mostraba una moneda al dueño.

Salió feliz.

Le gusta jugar a ser mayor, aunque acaba de cumplir tres años.

Tengo un regalo para entregarle. A ver si el próximo día lo llevo encima y se lo puedo dar.

Encontrar a, Gabriel, por las calles de Zizur, es el mejor regalo del día.

Me ha contado su tata, que cada vez que sube al autobús, le pregunta si voy a subir yo también. Es en el autobús donde nació nuestra bonita amistad. Y donde hemos coincidido varias veces.

De ahí que espere ilusionado nuestro encuentro.

Llevamos el mismo camino, pero yo llego antes a mi casa.

Me despide con un "beso bomba"y le veo alejarse lleno de vida por la calle cercana.

Amenaza lluvia, pero no hace frío.

Es una Primavera un poco loca.

Así estamos todos. Un poco locos también.

Para aliviar la locura, me he comprado unos pasteles rellenos de crema de chocolate.

Subo caminando por la escalera.

Le tengo pavor al ascensor.

Eso si, meto el carro de la compra dentro.

Llega antes que yo...jejeje.

Estoy perezosa para escribir en el blog.

Paso las tardes viendo series. Últimamente, me he aficionado a ellas.

Alguna de la época victoriana, donde los amores y desamores se entrecruzan con las tradiciones, el dinero, los nuevos ricos, los poderosos, la posición social, el afán de poseer, el servilismo, los juicios...mostrando así una peculiar manera de vivir.

Aunque en realidad, se repiten en la actualidad más o menos los mismos comportamientos, en todo lo relacionado con el alma humana y sus pasiones.

Miro el móvil, y no tiene sonido.

Y vuelvo a mirar y remirar.

Nada de nada...

Acudo al señor Google, y entre alguna de las respuestas, creo tener la solución.

Ayer, al volver del paseo, me olvidé desconectar los auriculares inalámbricos y ese es el problema. Se han acoplado al móvil.

Pensaba tenía que acudir a la tienda, pero no.

El señor Google es mi aliado.

El sueño me ronda.

Anoche, apenas pude conciliar el sueño.

Como mucho, tres horas.

¡Eso del insomnio...!

NOCHES DE INSOMNIO
Se ha muerto la buganvilla y las mimosas aún no han salido. 

Pero la flor de la colza está en todo su esplendor.

La belleza de unas margaritas me acompañan en mi paseo.

Un señor, le comenta a un amigo que ha venido con su mujer a hacer la compra, porque ayer la hizo él solo y ella le ha dicho que la ha hecho mal.

Sonrisas cómplices de ambos amigos, bajo la atenta mirada de la mujer.

Una señora, le pide a la dependienta que despacha el pescado una ramita de perejil.

Como antaño. Como toda la vida...

Pero no.

Ahora hay que comprarlo.

Ya nadie regala nada.

la cesta de la compra está imposible.

Un obrero de la construcción compra un mísero bocadillo de salchichón a buen precio.

Lleva la ropa manchada, sus manos cansadas, la mirada herida.

Una señora de edad avanzada introduce muy despacio la compra en en el carro.

La gente se impacienta.

Nos corroe la prisa.

Me niego a pasar por las cajas de autocobro.

Menos puestos de trabajo. 

Más trabajo para los consumidores.

Aumentan las ganancias.

hay una luz en el exterior que me alivia.

Camino despacio.

Me siento en un banco y me dejo acariciar por el sol.

He dejado mi cámara fotográfica en casa.

Pesa mucho.

Pero es imposible sin ella, captar la belleza de los pequeños gorriones que salen en mi camino.

Con el móvil hago lo que buenamente puedo.

Peor calidad en las fotografías, pero muy práctico.

Es mediodía.

Comienzan a salir del instituto la chiquillería de Zizur.

Como bamdadas de pajarillos curiosos y atrevidos se van cruzando conmigo al pasar.

Les miro, les sonrío.

El futuro está en sus manos. 

Las calles se llenan de savia nueva.

Gritan, hablan, ríen, se empujan unos a otros...

La vida me sale al encuentro cada amanecer y yo me la bebo a sorbos.

Es lo de más valor que poseo.

Todo lo demás no importa.

El sol me arrulla hasta llegar a casa.

P.D. En las noches de insomnio acuden las letras a mi vera y yo las voy dando vida en pequeños relatos que luego cuelgo en la redes sociales.


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