Louis Blythe (Unsplash)
Escribo. En esta noche cerrada a las musas la locura me protege, es mi fiel compañera, la soberana. La tinta sangra para que no se detengan las palabras; el alma se envenena cuando no se derrama.
Escribo. No enmudezco esta voz, escapo a una muerte lenta y agónica, ¡que beba mi sed! Mi espíritu es una pluma al vuelo, que me desafía, me delata. Hoy escupe lo que soy y mañana me ama.
Escribo. La luna inventa otra luz en este cielo mío, teñido de letras y escarcha sin flor. Yo, sin mí, estallo sobre esta hoja en blanco ansiosa de vida, de muerte y de dolor. Y en la negrura de este aire que me habita sacudo la alegría, la tristeza y el placer.
Escribo. En medio de este silencio que lo llena todo yo me vacío, me entrego, me arranco esta piel y hiervo en el fuego eterno de la palabra, llama viva que alumbra y apaga un corazón abierto. Se quemará el papel, no el sueño.
Escribo. Soy un animal escondido en la sombra que baila en la pared. Respiro su poder, lamo mis heridas y las abro otra vez. Es tiempo de vivir para escribir, de rendirse al poema o de morir.
© Nur C. Mallart