Revista Literatura

Nostalgia

Publicado el 29 agosto 2011 por Salvador Gonzalez Lopez

Yo vivía feliz en la casa de campo aunque todos mis días fueran muy parecidos. Al salir el sol volvía  y dormía hasta casi el anochecer con un par de paradas para comer un poco. Alguna vez Alba interrumpía mi sueño para jugar conmigo aunque yo no tuviese ganas. Procuraba esconderme en algún rincón pero ella siempre me acababa por encontrar con lo que al final opté por dormir en el sitio más cómodo que era la cama de matrimonio.

Pocas eran las veces en que salía de día pues no encontraba ningún aliciente para ello. El día comparado con la noche es aburrido. La luz del sol me molesta y hay menos animales que cazar que por la noche. De noche veo mucho mejor y eso me permite acechar a mis presas sin que estas me vean.

Rara era la noche en que no conseguía cazar algo. Realmente lo hacía por diversión, pues desde que he nacido en ninguno de mis días he pasado hambre e incluso he tenido más comida de la que me ha hecho falta. La caza es muy divertida. Detectar una presa por un pequeño ruido, seguirla, verla, moverte poco a poco hasta que está a tu alcance y entonces de un salto cogerla entre las garras. Una vez que la he cazado juego un rato con ella, finjo que se me escapa para volverla a cazar de nuevo en su huida. Así varias veces hasta que se muere. En ocasiones me la como, otras la dejo en el mismo sitio en que ha muerto y cuando es un buen trofeo lo dejo a la puerta de la casa, sobre la alfombrilla que pone Hogar, dulce hogar, para que todos lo vean.

Hace unas semanas me metieron en una jaula y me llevaron a otra casa. En esta no hay campo y no puedo salir. Seguimos todos juntos, me dan de comer igual de bien que antes y me tratan como siempre, es decir el hombre me acaricia y me da mimos, la mujer me ignora y Alba sigue buscándome para jugar conmigo. A mi me gusta jugar con ella, morderla y arañarla. Ahora es la única distracción que tengo, ya no hay ratones ni lagartijas que cazar, solo alguna mosca de vez en cuando pero son difíciles de pillar. No se ve el campo ni desde el balcón.

Unos días atrás me empecé a encontrar raro, me dio por maullar y por mearme en todos los rincones de la casa. A ellos no les gustó nada, se enfadaban conmigo. A los pocos días me volvieron a meter en la jaula (me da pánico estar encerrado en esa jaula hasta el punto que ese día me meé encima) y me llevaron a un sitio que no conocía. Solo recuerdo que me dormí y que al despertarme me dolía mucho el nacimiento de mi hermosa cola. Cuando estuve mejor me llevaron de vuelta a la casa sin campo.

Desde entonces estoy mas aburrido, he perdido las ganas de cazar, duermo más horas que nunca y ni siquiera me apetece jugar con Alba. Como mas que antes y estoy engordando. Safe Creative #1203071267986


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