El otro día hice limpieza en mi cuarto. Generalmente hago una cuando llega el verano y otra cuando se acaba y hay que empezar el nuevo curso. Llevo haciéndola desde que era una niña, solo que cada año que pasa me parece una costumbre más trascendental y menos divertida.
Este año me la he tomado como una limpieza de alma, una purga en general para desechar cosas malas o inútiles que no quiero seguir conservando, a la vez que hacía todo un ejercicio de valorar qué es importante y qué no.
Todos los apuntes de tres cursos de facultad estaban apilados sin mucho orden ni concierto, así que me armé de valor con una máquina de hacer agujeros y los archivé ordenados por cursos porque quiero conservarlos. Entre ellos encontré otros papeles como guiones de programas de radio antiguos, borradores de reportajes o incluso notas para microrrelatos escritos alguna vez en clase de lo que conservé lo que me apeteció.
También me dio por ordenar el armario. Ordené la ropa de manera que tuviera más a mano lo que más me pongo, hice una limpieza enorme de cosas que ya no me valían o no me ponía y no sabía por qué las seguía guardando. Recogí todos los zapatos y ordené los cajones, saqué la ropa de invierno y la sustituí en el altillo por la de verano (la de entretiempo sigue por aquí, para estos días que vienen que no sabes si hace frío o calor o un poco de las dos cosas).
Le di la vuelta a todo lo que tengo colgado en la pared. Guardé recuerdos que se habían quedado muy antiguos en mi corcho y puse recuerdos nuevos que, seguramente, cuando esté agobiada con exámenes/trabajos/obligaciones, los miraré y me entrará el buen rollo.
Coloqué los libros que he leído a parte de los que todavía no y también por orden de preferencia. Limpié rincones, me encontré dinero y cosas que creía que había perdido y que aparecieron justo en ese momento, en el que ya no las buscaba (típico, ¿no os pasa?). Metí en cajas cosas viejas que sigo conservando por aquello de que soy una guardatodo y me organicé para tenerlo todo medianamente limpio para el principio de curso.
Y sin querer, me fabriqué una nueva manera de vivir mi vida, a juego con mi habitación limpia y preparada para una nueva etapa.