Revista Talentos

Novela 35 años-Capítulo VI: Antes del fuego

Publicado el 28 mayo 2025 por Francine @diariofrancine
Novela 35 años-Capítulo VI: Antes del fuego

                                             Capítulo VI: Antes del fuego

                                     "Cuando el deseo se vuelve imposible de contener".

La copa de vino seguía en su mano, pero Selma no recordaba haberla llevado a los labios.
Todo su cuerpo estaba ocupado en otra cosa: en registrar cada milímetro de distancia entre ellos, en sostener —a duras penas— la compostura mientras por dentro ardía una certeza sin pruebas.
No sabía si él sentía lo mismo.
No había señales claras, ninguna confesión, ni un gesto que pudiera citar más tarde como evidencia.
Y sin embargo...
Había algo.
Algo que se deslizaba por el aire como electricidad estática.
Algo que se activaba cada vez que él giraba la cabeza en su dirección, cada vez que su voz bajaba de volumen como si sólo ella debiera oírlo.
No era romanticismo.
No era ternura.
Era deseo. Crudo. Silencioso. Violento en su urgencia.
Selma no pensaba en declaraciones, ni en consecuencias.
Solo en esa boca.
En esas manos que no la habían tocado y que sin embargo ya conocía con una precisión inquietante.
En cómo sería cerrar los ojos y dejarse caer.
El miedo, ese viejo conocido, intentó colarse en el pensamiento.
"¿Y si solo es ella la que se está precipitando?"
Pero la idea duró lo que un suspiro.
Porque en ese instante, cuando sus ojos se cruzaron sin palabras, algo en ella se rompió —o se liberó— y lo supo:
No podía detenerse.
No hasta saber cómo se sentía tenerlo tan cerca que desapareciera el mundo.
Y quizás fuera un error.
Quizás él no la estaba deseando con la misma intensidad.
Pero el deseo de ella era tan inmenso, tan desbordante, que por una vez eso no importaba.
Selma decidió dejar caer la guardia.
Un pequeño gesto. Una señal más clara. Algo que cruzara el umbral.
Se inclinó hacia él, no demasiado, lo justo para hablar más cerca de su oído que de su boca.
Le rozó el antebrazo con los dedos, apenas.
El contacto fue suave, casi imperceptible.
Pero para ella fue como saltar al vacío.
Él giró la cabeza hacia ella.
La miró, sereno, amable. Inmutable.
—¿Quieres que pida la nota? —preguntó, con esa misma voz educada que usaba cuando hablaban de presupuestos o entregas.
Y ahí, en ese segundo exacto, se desmoronó todo.
La energía que la había envuelto como una tormenta interna se disipó de golpe, como si alguien abriera una ventana y el viento lo barriera todo.
El temblor en su estómago se volvió náusea.
Sus dedos se alejaron del contacto con una rapidez involuntaria, como si hubieran tocado algo prohibido.
Claro. Alex era su cliente.
No su amante.
No su cómplice.
No ese hombre que le decía con los ojos "dame un paso más y me quedo".
Eso, tal vez, solo había vivido en su cabeza.
Selma sonrió. No porque quisiera. Porque no le quedaba otra.
—Sí, claro —dijo, recogiendo su copa medio vacía como si eso le diera algo que hacer con las manos.
Y mientras él llamaba al mozo con naturalidad, ella se repetía una frase que ya conocía demasiado bien:
"No era el momento. No era la historia."


Leer más.

Volver a la Portada de Logo Paperblog