Traducción: Vicente Molina Foix
El mendigo septuagenario Verniot, de Clichy, murió de hambre. Su jergón ocultaba 2000 francos. Pero no hay que generalizar.
El médico encargado de hacerle la autopsia a la señorita Cuzin de Marsella, muerta misteriosamente, concluyó: suicidio por estrangulación.
En vano unos torpederos intentaron remontar el estrecho de Lorient: unos tiorpedos estaban allí dormidos, pero con un sueño ligero.
Encendido por su hijo de 5 años, un cohete de señales ferroviarias estalló bajo las faldas de la señora Roger, en Clichy; el estrago fue considerable.
El tenebroso merodeador divisado por el mecánico Gicquel cerca de la estación de Herblay ha sido hallado: Jules Menard, recogedor de caracoles.
La Verbeau alcanzó bien, en el pecho, a Marie Champion, pero se quemó un ojo, ya que el cuenco de vitriolo no es un arma precisa.
El cuerpo de San Antonio de Padua fue fracturado en Saint-Germain-l´Auxerrois. El santo busca a su violentador.
El 515 aplastó, en el paso a nivel de Monthéard (Sarthe), a la señora Dutertre. Accidente, se cree, aunque era muy desdichada.
Catherine Rosello, vecina de Tolón, madre de cinco hijos, quiso esquivar un tren de mercancías. La atropelló un tren de pasajeros.
Una loca de Puéchabon (Hérault), la señora Bautiol, despertó a sus suegros a mazazos.