Se acerca la fecha del aniversario de este blog. Un año... Se ha pasado volando. Aunque en realidad han pasado muchas cosas. Sin embargo, me vuelvo a encontrar en la misma situación de punto muerto. Entre algo que no ha terminado y algo que está por empezar. Luchando por la chispa que haga avivar el fuego de nuevo y este motor vuelva a ponerse en funcionamiento. Buscando la verdad en todas las cosas que me ocurren, viendo más allá de la forma y el color, intentando ver el trasfondo de lo que ocurre.
Los días de Noviembre caen de nuevo. Noviembre no perdona, supongo… Nos adentramos en los días más oscuros del año, y mientras las hojas van cayendo a ambos lados del camino y la niebla lo ciega todo, algo sigue latente en alguna parte, esperando a ser descubierto. ¿O simplemente debo esperar?
No puedo evitar sentirme nostálgica estos días mientras espero el solsticio de invierno... La luz que emerge tras la oscuridad. Los días de Saturno. Y entonces, vuelvo a mirar el horóscopo. Todavía falta más de un mes para que el sol entre en mi signo... ¿qué deparará la llegada de la claridad? Mientras tanto, Noviembre no perdona. Y vuelvo a sentir algunas cosas que no son agradables de reconocer.
A nivel muy íntimo, algo sigue dentro de mí. Es una luz que siempre me conduce cuando me he quedado a oscuras. A veces tengo mucho miedo de que se apague para siempre y no vuelva a sentirme como en casa. No sé cómo lo hace, pero me encuentra. Y tengo miedo de que no vuelva a encontrarme. Pero, ¿qué puedo hacer? Me prometí a mí misma no estancarme en el pasado, pero siempre encuentra una forma.
No sé si la luz está en mí o está fuera, no sé si puedo controlar su presencia y su ausencia... Lo único de lo que estoy segura es que, mientras la sienta, sé que sigue habiendo esperanza, y un día, de repente, me volveré a sentir como antes. Mientras tanto... Noviembre no perdona.
¡Nos vemos en el próximo té!