«El camino a Auschwitz se pavimentó con indiferencia...»
Un humanismo claramente reflejado en su presentación de la empatía o atención a los sentimientos de los demás no solo como una vía para el tratamiento clínico de pacientes con ciertos trastornos graves; sino además como una vía para la mejora de las relaciones sociales y la reducción de la beligerancia o la violencia en ámbitos como la política, las relaciones matrimoniales, las relaciones socioeconómicas, etc. Reflexión tratada desde un cierto punto de equilibrio cuando afirma que la presencia normal de la empatía (entendiendo ‘normal’ desde el punto de vista de su distribución estadística) es necesaria en cuanto nos permite incorporar a los demás y a las consecuencias de nuestras acciones, y advierte que el exceso de empatía puede llevar a perder de vista la defensa de nuestros intereses particulares instintivamente conectados a la supervivencia. Dejando los casos normales o por encima de lo normal a un lado, ‘Empatía cero. Nueva teoría de la crueldad’ (Alianza, 2012, disponible en FantasyTienda) se fija en aquellos casos donde no es que exista un cese o una disminución temporal de la empatía hacia los demás –momento del que regresamos con un arrepentimiento o sentido de culpa que nos indica que algo no hemos hecho bien, sino que se fija en aquellos donde la ausencia de empatía es total y permanente. En concreto, Baron-Cohen pone en el centro de atención en el trastorno límite de personalidad (tipo B), la psicopatía (tipo P), el narcisismo (tipo N) y el Síndrome de Asperger –muy interesante al respecto su otro libro publicado hasta ahora en España ‘Autismo y Síndrome de Asperger’ (Alianza, 2008). Resulta ser un libro, tras su aséptica apariencia de ensayo clínico, radicalmente provocador e incluso en algunos planteamientos totalmente irreverente.Para su descripción echa mano de los perfiles y rasgos generales de estos tipos, así como de historias clínicas individuales capaz de ilustrarlos –algunas ya clásicas de los estudios psicológicos y otras provenientes de su experiencia profesional, poniendo al lector en situación sobre cuáles son sus características más destacables. Se agradecen, además, las pinceladas dedicadas por Simon Baron-Cohen a las investigaciones alrededor de estos trastornos, así como a los principales instrumentos destinados para su análisis. Sin ir más lejos, el libro incluye dos apéndices a disposición del interesado para conocer más sobre el tratamiento de la empatía o la identificación de las patologías especialmente tratadas en el libro. Estos cuatro tipos se separan aquí, de forma novedosa, en dos grupos según sean cero-negativo (tipos B, P y N), casos donde la ausencia de empatía implica una crueldad desmedida hacia los demás e incluso hacia uno mismo, o cero-positivo (Síndrome de Asperger), donde además de no existir crueldad sí existe una sistematización en la identificación de patrones que puede resultar positiva para el progreso de disciplinas científicas o áreas de conocimiento relevantes en el camino del desarrollo colectivo. Una división argumentativamente compleja, en cuanto discurre por caminos distintos en cada caso: para los cero-negativo se basa en el daño directo posible a sí mismos o a los demás, mientras que para los cero-positivo se centra en sus supuestos (y no demostrados) efectos positivos para el bienestar colectivo –dejando aparte el daño evidente que su síndrome les causa en cuanto a su integración social o a su empatía con los demás o a su disfrute de una vida plena como personas. Una propuesta teórica atrevida y un texto osado pues, durante su redacción, SimonBaron-Cohen no tiene reparos en mostrar directamente y sin complejos su opinión sobre temas adyacentes a su propuesta de valorización de la empatía: ¿cómo se deben tratar penalmente los casos de pacientes sin empatía?, ¿cuáles son los límites de la cárcel tradicional en el tratamiento de estos trastornos?, ¿está la psiquiatría o la legislación o el sistema político preparados para darles una respuesta adecuada a los enfermos mentales con este tipo de problemas? Charcos en los que se mete directo y sin flotador, muchas veces sin dedicarle al tema la profundidad que quizás mereciese, y dejando por ello cogiendo con pinzas temas y argumentos sin duda merecedores de un análisis o debate más sosegado. ‘Empatía cero. Nueva teoría de la crueldad’ (Alianza, 2012) se distancia de las teorías religiosas que consideran las consecuencias de una falta de empatía como el esotérico resultado de la intervención de fuerzas malignas ajenas al control o comprensión humanas. Con la ironía de distanciarse explícitamente del “programa antirreligioso en la línea de Dawkins” (p. 143), pero adoptando de facto todos sus argumentos sobre la capacidad opresiva de la religión, y la necesidad de adoptar una perspectiva capaz de incluir con generosidad al Otro en la visión de cada uno –argumento para lo que tampoco escatima esfuerzos argumentativos. En definitiva, ‘Empatía cero. Nueva teoría de la crueldad’ (Alianza, 2012) resulta ser un libro, tras su aséptica apariencia de ensayo clínico, radicalmente provocador e incluso en algunos planteamientos totalmente irreverente. Las hipótesis de Baron-Cohen sobre el tratamiento de la empatía, su consideración penal y civil, su incorporación por la psiquiatría, o incluso la relación de la empatía con la acción humana, continúan de forma mucho más directa y expeditiva el trabajo de otros grandes estudiosos de la cuestión como Frans de Waal –primatólogo holandés especializado en el tránsito de la empatía desde el instinto animal al humano. Un libro discutible, debatible y, por ello, merecedor de una atención pormenorizada. Sus muchas aristas son puertas a debates inminentes. Alguien tenía que ser quién las abriese. |