Nueve meses

Publicado el 20 enero 2016 por Sylvia
Ayer celebramos con cena y fiesta, los 9 meses de B afuera. Apenas tuve tiempo de recordar lo pequeñita que era, y cómo pasábamos los días esperando que abriera los ojos, o cazando el momento en que moviera una mano, en que pareciera haber puesto atención a algo. Me decían que me preparara para esta edad: que no iba a parar, y así es. Sin embargo, como cuando me embaracé, como cuando nació, sigo sin estar preparada; la gran diferencia es que lo asumo mucho mejor; hace unas semanas dejé de sentirme retrasada, en falta, en deuda, y si antes disfrutaba a mi niña, la experiencia se está haciendo fenomenal porque ahora me disfruto mucho maternando.
No dejo que entre ni una crítica a mi casa, mi familia o mi quehacer como mamá, excepto la que pueda venir del papá de B -que es poca y se hace de buena manera-. Suficiente es con mi autocrítica. Admito y valoro opiniones. De hecho, las conversaciones que tengo con unas pocas mamás sobre cómo hacemos esto o lo otro, son muy importantes para mí. Son conversaciones francas, de: "con esto batallo", "esto lo resolví así": intercambios desde el respeto en los que hay coincidencias y lo contrario a las coincidencias. Críticas, no. Soy una ferviente admiradora de la crítica para el trabajo, pero creo que en las relaciones entre las personas debe usarse con pinzas, y sobre todo, debe saber dejarse escurrir cuando decides que no la quieres. Yo, con mi maternidad, no dejo que entre. Puedo recibirla, en cuanto a escucharla, si tengo ganas, sobre todo si se hace con buena voluntad; pero no la "dejo entrar". Ni en broma; quiero decir: ni la que se hace como broma.
Este cumplemés, más que los anteriores, me celebro. Por cosas profundas que tienen que ver con aceptarme y amarme, lo cual es básico para que B se acepte y se ame a sí misma; por cosas complejas y complicadas que tienen que ver con eso... Pero también por cuestiones muy objetivas de las que me siento orgullosa, así las hayan hecho mejor millones de mujeres en la historia de las mamás. Me celebro porque he conseguido usar casi siempre biberones limpios, aunque todavía no consiga tender la cuna como se debe todos los días. Porque son nueve meses de lactancia materna a libre demanda, con todas las tomas nocturnas que B ha pedido, aun cuando no quise esforzarme con el extractor. Porque nos aplicamos hasta superar la desnutrición, y aunque por supuesto, la gloria es de Dios y agradezco infinitamente a sus doctoras y a mi mamá que apoyó desde lejos, algo de mérito llevamos, y en eso, un poco más yo que el papá. Hoy, que me encuentro mucho menos vulnerable que hace nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos meses, me atribuyo los méritos que tengo.
Silvia Parque