Tomo prestado este “decálogo de valores” del libro “En busca del boom” de Tom Peters (Ediciones Deusto, 1994. ISBN: 84-234-1362-4)
Una pequeña empresa de servicios sigue este decálogo de valores:
- Realizar un fabuloso trabajo y ser conocidos en todo el mundo por nuestra capacidad innovadora.
- Atraer a gente apasionante y si está un poco chiflada, mejor.
- Revolverlo todo, poner constantemente en cuestión “nuestra forma de hacer las cosas” y nunca, nunca, dormirnos en los laureles (los laureles de hoy son el estiércol de mañana)
- Lograr que los empleados que se marchen de la empresa, voluntaria o involuntariamente, puedan afirmar que han aprendido mucho, que han vivido una experiencia singular y que han hecho rápidamente amigos mientras estuvieron aquí.
- Crear un ambiente de colaboración y ayuda mutua, divertido, efervescente, donde reine la sonrisa, donde las zancadillas y las maniobras estén tan ausentes como sea posible en un empeño humano (es decir, imperfecto)
- Hacer que nunca se cuestione en lo más mínimo nuestra honradez y moralidad.
- Cuidar los detalles, contestar el teléfono con prontitud, extender bien las facturas y, en general, no olvidar nunca que el demonio acecha en los detalles.
- Trabajar con clientes (proveedores, etc.) apasionantes que nos atornillen y nos exijan, de los que podamos aprender y con los que disfrutemos colaborando (y, también, que paguen sus facturas en el momento debido)
- Ingresar mucho más dinero del que desembolsamos (teniendo en cuenta que entre esos desembolsos están unos sueldos por encima de la media y unas elevadas inversiones para el futuro)
- Crecer gracias a la calidad de nuestros clientes y de nuestros servicios; no crecer por crecer, de cualquier manera.
Mi comentario-reflexión: si usas este decálogo para evaluar a tu empresa, ¿cuál sería el resultado?
Sergio F. Sosa Sánchez
@sergio_sosa