Obsolescencia programada

Publicado el 09 mayo 2019 por Aidadelpozo

Recuerdo que, cuando me divorcié, pensé en mis cuñadas (tenía nada menos que siete) echándome una maldición o haciendo vudú con algún objeto mío que hubiera dejado en casa de alguna, con un paraguas que nunca me devolvieron o algo por el estilo. "¿Por qué pensaste eso?", os preguntaréis. Porque, de pronto, justo tras firmar el divorcio, se me empezaron a romper los electrodomésticos: la lavadora, la puerta del frigo, la caldera, el microondas...
Como me deprimí mucho por tanto gasto inesperado (no por el divorcio, eso fue como llegar a un oasis cuando uno está sediento), un amigo quiso quitarle leña al asunto y me habló de eso de la obsolescencia programada.
Antes, en mi niñez y adolescencia, los electrodomésticos eran muy sencillos. No eran ni A, ni A++ ni A+++. Ni siquiera sabíamos de letras ni de ahorro energético, pero de lo que sí sabíamos era de la duración infinita de la lavadora, que se cambiaba porque se reformaba la cocina y hacia ilusión estrenar electrodomésticos.
No se tiraban porque se rompieran, no.
Ahora, con tanto botoncito y modernidad (Fin diferido, Clean +, Fácil plancha, Prelavado, Diario, Algodón 95, Algodón 60, Algodón 40, Sintético 40... transcribo algunos de los de mi lavadora), hay que sacarse un máster para ponerla. Y ya no solo la lavadora, la odisea continúa con el lavavajillas, horno, televisión smart TV...
Y sí, yo me divorcié, y la obsolescencia esa me dio el primer palo individual a la cartilla: cambio de lavadora. Meses más tarde ardió literalmente el micro. Un poco después la puerta del frigo y las gomas de las puertas hicieron caput. No tardó en cascarla la caldera (aún la estoy pagando a plazos) y mi cartilla se quedó tiritando.
Me divorcié a los diez años justos de mudarme de casa y, aunque la explicación de la obsolescencia me sirvió un poquito para no ponerme a llorar, yo sigo en mis trece, de vez en cuando, de que este gafe electrodoméstico, se debió más a mis cuñadas que a eso de que las lavadoras la palmen a los diez años y poco.
Moraleja de toda esta historia, amigos que me leéis, y a la vez consejo:
1) Antes de casaros, preguntad a vuestra pareja si tiene muchos hermanos o hermanas...
2) Si, a pesar de esto, decidís tiraros a la piscina y años después os dais cuenta de que la habéis cagado, esperad a los once añitos para firmar el divorcio. Así al menos el cambio de los electrodomésticos os costará la mitad.