Ayer me sumergí en el océano, y fue un viaje fascinante. Los realizadores Jacques Perrin y Jacques Cluzaud han conseguido recoger en hora y media la sensación de inmensidad y grandiosidad del océano, mediante tomas submarinas, terrestres y aéreas de una belleza abrumadora.
Han conseguido que nos adentremos en la profundidad e ingravidez de las profundidades, suavemente, experimentando la sensación de nadar al lado de los grandes mamíferos marinos, el vértigo de la velocidad de los delfines, la belleza de los bancos de peces donde miles de ellos se mueven como una sola unidad formando espirales plateadas…
Hacía tiempo que no veía imágenes que me impresionaran tanto por su belleza y armonía. La banda sonora del documental ha sido compuesta por Bruno Coulais (Los chicos del coro) y tiene la fuerza necesaria en cada momento del documental. La escena de los delfines acróbatas surcando el agua a toda velocidad mientras hacen piruetas imposibles fuera del agua con un violín solista de fondo es sencillamente perfecta.
El documental tiene en su parte final la parte negativa, la contaminación, la pesca indiscriminada, la extinción de cientos de especies… y muestra la necesidad de conservar la biodiversidad, no solo por su belleza sino por la conservación de nuestra misma especie.
Y si tuviera que elegir un animal en el que reencarnarme, sin duda sería uno de los que pueden volar por las profundidades de ese gran océano azul…