El post de hoy en "Atmósferas sensibles" vuelve a estar (por tercera vez) inspirado en una maravillosa ilustración de @Involucion . Al recibir la imagen que podéis ver me vino a la mente la historia de una mujer que a lo largo de su vida vive ciertas experiencias que la definen, pero cuando me puse a escribir nacieron cuatro microrrelatos que cuentan pequeños momentos de diferentes mujeres o de la misma, esa conclusión os la dejo a vosotros. Espero que os guste. Gracias a "La Iguana" por dejarme colaborar con ella, siempre es un placer. La podéis encontrar en:- Su twitter:
- Su Flickr: La Iguana (donde podeis ver la imagen en diferentes tamaños)
Los otros relatos inspirados por sus ilustraciones:- Al ras de los sueños
- La Sirena
Les dejo con el Atmósferas sensibles de hoy.Odio, arrepentimiento, vergüenza y miedoNo la mires-No la mires, esa no eres tú, no la mires. Y con esta frase giró la cabeza y dejó de ver su reflejo. Caminó desnuda a lo largo del pasillo que separaba el baño de su habitación mientras una lágrima brotaba tímida de uno de sus tristes ojos. Ya en su cuarto se tumbó en la cama y del cajón de su cómoda sacó una cuchilla y comenzó a hacerse surcos en su brazo derecho, finas heridas de las que casi no manaba sangre, solo quería liberar el dolor y olvidar que estaba allí, lo que había visto. Todo empezó siendo un juego con las amigas, una competición, la que más adelgazara se convertía en la más popular, pero ahí estaba ella, la primera, la última competidora, ganando dolor y soledad, cayendo en el pozo, sin poderse mirar. ELLA / Él
Él: -No podemos seguir así.Ella: -¿Cómo así? No entiendo nada.Él: -Así, aislados del mundo, no me dejas respirar, nos hemos olvidado de vivir, solo lo hacemos el uno para el otro y tú te has vuelto terriblemente posesiva, me persigues, me preguntas, me asfixias. Ella: -Sigo sin entender nada, nos queremos, te quiero, por eso lo hago, necesito saber dónde estás, qué haces.Él: -A eso me refiero, lo has estropeado todo, me quitas las ganas de vivir, levantarme contigo cada día es un castigo.Ella: -Sé que últimamente no lo he hecho bien, desde aquello no he vuelto a ser la misma, lo sé, pero no me puedes dejar, no… no lo soportaría.Él: -Se acabó, lo siento, debiste haberlo notado, hace días que ni te hablo, esta misma noche me marcho. Ella: -Si lo haces no sé lo que puedo hacer…Él: -Eso ya no me asusta, no creo tus amenazas, necesitas ayuda. Ella: -Vuelve aquí, me tiraré por la ventana, no salgas, no me dejes, no me dejes.
La luna, el callejón y la soledad
La fiesta ha sido realmente aburrida, no entiende cómo ha llegado a esa situación con sus amistades, nos los comprende, ya no los soporta y por eso a la hora de comenzar la fiesta les ha abandonado. No les encuentra interesantes, hace meses que son como un rebaño, no puede evitar imaginárselos así, cuando está reunida con ellos solo escucha un “bla, bla, bla” infinito, que si mi hijo, que si el colegio, que si el sillón… completamente anodinos, vulgares. Eso hace que se sienta más extraterrestre que nunca y no lo soporta. Tan solo tiene 27 años y está en esta vida para disfrutar, ya no encuentra con quien.La calle está silenciosa, pero ella se siente poderosa, la gusta remarcar el sonido de sus tacones cuando anda por la calle a esas horas, se siente libre y se contonea, hace que la ciudad se contoneé con ella. Se olvida de todo y solo mira las luces artificiales como la vida de sus amigos, sonríe y se suelta el pelo, no fue una buena idea hacerse un peinado tan complicado para tan aburrida fiesta. Se quita la chaqueta y con ella en la mano muestra al mundo el minúsculo vestido negro que hoy se puso para que sus amigas se muriesen de envidia, el último juego que le queda con ellas, ver sus caras y sentir sus cuchicheos a su espalda. A lo lejos divisa la silueta de otra persona, no distingue si es hombre o mujer, ella sigue con su ritmo y
marca más las caderas. Provocar, es su forma de respirar. Empieza a distinguir la silueta que se acerca por la misma acera que ella, es un hombre y una idea la cruza la cabeza, como un rayo que quema sus entrañas, necesita que algo tiemble esta noche y si es su cuerpo mejor. Cuando está a escasos dos metros de él, le mira a los ojos y se le abalanza a su cuello, él confuso en un principio, se deja arrastrar por ella al callejón que divide sus vidas. Allí ella pierde todo control y lo devora mientras él se deja hacer. Se siente poderosa, es dueña de su cuerpo y el de él, todo la pertenece y lo hace ver poseyendo a ambos, el callejón, la luna y su propia soledad. No hay palabras, alguna que otra mirada que se cruza, miradas que al terminar son de satisfacción y poder, él, de vergüenza y arrepentimiento, ella.Se coloca la chaqueta y se recompone, sin mirar atrás, sin mirarse a ella misma, alza la cabeza y hundida en su crecida soledad vuelve a dar vida a sus tacones, llenando el silencio de estruendosos “clac, clac” que taladran su cabeza.
IMAGINAImagina que todo lo que tienes dentro, todo lo que sientes es una habitación negra, sin paredes, infinita, llena de miedo, de rencor y remordimiento. Imagina que estás en el centro de esa habitación intentando no llorar para no llenar más el Imagina que ahora te ves ahí, solo, sin nadie a tu alrededor e intentas decirte algo y no te salen las palabras, no puedes pronunciar ni tu nombre. Gritas, y todo es silencio, solo escuchas tu miedo crepitar mientras te sigues dando la espalda. Imagina que extiendes tus manos para recogerte de esa pantanosa soledad, de la oscuridad que lo envuelve todo y descubres que no estás cerca, que estás más lejos de lo que habías pensado. Imagina todo esto y ahora hazlo frente al espejo. Imagina que es real, que todo lo que te acabo de decir lo siente alguien cada vez que mira su reflejo, imagina que esa persona eres tú e intenta mantenerte en pie. Imagina… Imagina como ya no lo puede hacer ella.