Off

Se apagan las luces de aquella bola que gira y gira destellando magia.Y cuando toca recoger, nos quitamos las pelucas y se las regalamos a Ricardo el Negro para que les dé alguna utilidad que no sea la del cajón del olvido.Salimos a la calle, y de tu brazo, nos ponemos a tararear aquellas canciones que nos llevan inevitablemente hacia aquellos tiempos en los que soñar era gratis, cambiar el mundo ni siquiera una utopía y las bocas, callejones con una salida digna, en las que los besos se daban abandonando el alma, y  ésta volaba al compás del frágil revoloteo de un pájaro anidado en nuestras manos. Las princesas fueron mutilándose en las letras de Sabina, Madrid se convirtió en las profecías de Antonio y pese a todo,  seguimos caminando. Cuando has logrado sentirte tan frágil y tan fuerte como para decir que no, que esta noche no  abrirás el calor de tus sábanas porque te apetece dormir sola, y sentir el frío en los pies sin que nadie se imponga en  el calor de un abrazo prestado por una noche, porque los cementerios abrigarán el cuerpo de alguien que amabas;  cierras el puño, y te haces un té verde y le pones unos piñones. Luego te duermes ya relajada, y piensas que las batallas no se ganan, que en la guerra es mejor arrojar el fusil y con una bala perdida,  para que el enemigo, una vez solo, la utilice como quiera.Y que ya tras la labor y la satisfacción de la  tarea bien cumplida, respiro hondo, y me siento tan bien después de haberte visto con la mano alzada, y la boca llena de estulticias, y a mí viéndome sonreírte sin miedo ni rencores y saliendo de nuevo a la calle y respirar, y seguir andando con los cascos puestos y sin rumbo, pues es el mejor de los destinos soñado. Y así, cuando ya los besos sepan sólo a sal…. Bebérmelos tras la resaca, regándolos con litros y más litros de agua mineral… ;-)