Ojalá...

Ojalá hubiesen sido tus lágrimas las que clamen mi nombre y sea mi cuerpo quien lo saboree dulcemente, mientras te voy regalando una de mis sonrisas. Ojalá fuesen tus piernas las que me asfixien por la falta de aire y no, tu cabeza y cuerpo quienes me dejan a falto de él. Ojalá fueses mi guitarra por una noche para poder ofrecer al mundo las melodías más hermosas hechas con tu cuerpo. Ojalá tenga la suerte de poder beber de tus labios, todo aquello que no ví nacer en su tiempo, y tuve oportunidad. Ojalá sean mis ojeras las que delaten la falta de sueño que me pesa y se hace visible por amor. Ojalá mi vida no se entorne al núcleo de tu cuerpo, y sea el mío quien te susurre al oído en susurros o gemidos, todo aquello que mi vida no es capaz de decirte a gritos y, sin embargo, lo hace sin pudor ni remordimientos con constancia. Ojalá me falten ganas para no poder sentir más tu piel y poder dejarme llevar por tu cuerpo. Ojalá fueses más real de lo que pude haber imaginado, esculpirte bajo el miedo de mi mirada… y, evadirme. Ojalá fuese el aliento quien se limite a allanar la herida del corazón y, pudiera amarte con mayor fuerza y pasión.
Ojalá…
Ojalá fuese posible todo.
Porque las ganas de saciarme de ti, quedan tan incomprendidas como sentidas en alma y llanto por no poder vigilarte a escondidas, como solía hacer antes. Como a mí me gustaba, como te solía pensar.
Necesito tu alma para poder acoger y gritar con total libertad, mi esclavitud. Te necesito porque te quiero, que no te quiero porque lo necesito. Ojalá sea la ironía la que hable de dolor, pasión y miedo mientras mi cuerpo sea quien tiembla de placer y deseo.
Ojalá.