Hay personas que, con la edad, enferman de olvido, y son pero ya no son.
Hay personas que, con la edad, enferman de recuerdo, y son pero ya no son.
Iba a dedicar esta entrada a dos sitios web; en uno de ellos hallé esta canción de mi pasado y en el otro un relato conmovedor de un anciano con un amor en la memoria, pero ahora no me acuerdo de cuáles eran.
"Sabes que estás enfermo, que debes tomar nota por escrito".
"Lo sé, ciego, lo sé. Y la tomé, de verdad, pero no la encuentro, y la culpa la tienes tú".
"¿Yo? ¡Lo que me faltaba por oír!".
"Tuya es la culpa, Rogelio, por negarte a ser mi secretario".
"Mamón... Voy a hacer de vientre".
"¿Otra vez?".
"Otra, sí".
Si alguien puede ayudarme a recordar esos sitios que visité hace poco, esos sitios donde me detuve a escuchar y a leer mientras pensaba en un ayer que no es mentira, satisfecho y agradecido quedaré.
Primero hallé la canción -y dejé un comentario-, y luego hallé el relato -y también dejé un comentario.
En el primer comentario escribí que hay ciertas canciones, como esta de R.E.M., que me llevan de la mano hacia alguna de las mujeres de mis horas idas.
En el segundo escribí que entendía muy bien a ese anciano.
A veces, muchas veces, demasiadas, me empeño en no ser feliz, y siempre lo consigo con una maestría espantosa.
Ella no se acordará de mi nombre (no merezco un lugar entre los fantasmas de su pasado), pero yo sí recuerdo cómo se llamaba esa mujer a la que tanto le gustaba (como a mí) Losing My Religion.
Puedo escribir, enfermo de olvido y de recuerdo a la vez, que su voz era muy dulce, y que su mirada era cálida, serena... Tenía (tiene) los ojos grises.