Sus ojos,luciérnagas temerosas de sumisión infante.
Rescatad,rescatad sus ojos lúgubres,minúsculos luceros ocultados.
Aunque abunde, sí, la consolación de sus pupilas. Qué pisoteada su órbita inocente.
Rescatad, rescatad sus ojos.Pobres ojos míos quizá para siempre sepultados.Si mueren, morirá con ellos el amanecer del mundo y el despertar de los hombres.