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Ollanta: luchas con tu sombra

Publicado el 15 mayo 2013 por Eduardocarranzagazzani @ElPeriodicoPeru

OLLANTA: LUCHAS CON TU SOMBRA. 
Escrito por Jorge Morelli. (@jorgemorelli1).

El suyo es, en efecto, un equilibrio imposible, como dicen Lauer y Rodrich hoy. Humala ya no sabe a dónde va y su precario equilibrio actual no durará. Necesita cambiar el gabinete. Pero comenzó su ensayo con el gabinete caviar de Lerner y giró al otro extremo con el de Valdez, solo para volver luego con Jiménez a una caviarada más moderada. Según la ley del péndulo, debería ir ahora a la versión moderada opuesta. Pero no. Está paralizado en mitad del río sin poder avanzar ni volver. La incertidumbre se ha instalado y es el modus operandi del gobierno. Se ha convertido en una estrategia política que parece astuta a algunos en la medida en que despista a todos. Así suelen obrar los militares, así era Velasco.

El gobierno humalista –a sus casi dos años ya en el poder- ha terminado por no ser ni chicha ni limonada. Y lo que no ha hecho hasta hoy, ya no lo hará. La inercia lo lleva inexorablemente a un final sin pena ni gloria. Es esta sospecha la que quizás lo tienta todavía a cometer el error de tirar la legitimidad democrática por la ventana e ir a la reelección de cualquier manera, como Chávez, como Kirchner, como Evo.

Ante el escándalo electoral en Venezuela, el canciller Roncagliolo –hoy en la secretaría de Unasur- se tomó la libertad de hacer una declaración sobre el diálogo y la tolerancia solo para recibir una bofetada por toda respuesta con la velada amenaza aquella del “peor error de su vida”. Si el gobierno no creía posible semejante prepotencia, ya sabe. La esquizofrenia se ha reflejado también, sin embargo, en nuestra doble pertenencia tanto a Unasur –con Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador- como a la Alianza del Pacífico –con Chile, Colombia y México-. Ante los excesos venezolanos y el descaro interesado de sus clientes de Unasur, el gobierno debería contrapesar a Unasur potenciando la dimensión política y la acción internacional conjunta de la Alianza del Pacífico, con México, Colombia y Chile.

Ese es un equilibrio menos improbable que los que intenta hasta ahora sin éxito. Es, además, lo serio y lo responsable. Para eso, sin embargo, Ollanta necesita todavía aprender humildad –una de las virtudes de un gobernante-, dejar de lado el temor a los venezolanos por viejas deudas, aceptar que su gobierno no redimirá al Perú, pero que lo avanzado no es poco, que aun puede tener otra oportunidad más adelante. Pero la condición es archivar los sueños infantiles de gloria que se llevan mal con estos tiempos, y dejar de luchar contra sí mismo, contra su propia sombra.


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