Olvidar nos ayuda a tomar decisiones más inteligentes, según un estudio

Publicado el 02 febrero 2019 por Carmen Calabuig López @revoltosa1952

Rincón de la Psicología


Olvidar nos ayuda a tomar decisiones más inteligentes, según un estudioPosted: 01 Feb 2019 02:04 AM PST

¿Eres de esas personas que solo captan lo esencial y se olvidan de los detalles? La ciencia revela que lo que se ha considerado popularmente como una “mala memoria” en realidad podría ser un mecanismo muy útil para ayudarnos a tomar decisiones más inteligentes y adaptativas. 
En el uso práctico de nuestro intelecto, olvidar es tan importante como recordar”, escribió el psicólogo William James hace siglos. Ahora investigadores de la Universidad de Toronto han retomado esa idea para elaborar una nueva teoría sobre la importancia del olvido. 

Más no siempre es mejor 


Las dificultades para recordar ciertas cosas siempre se han considerado como un fallo de la memoria, un error en el sistema de almacenamiento y recuperación de la información. Esto se debe a que pensamos en la memoria como en un almacén estático de información y recuerdos donde perder algo equivale a una deficiencia. 
En las últimas décadas se ha descubierto que la memoria es una función cognitiva mucho más compleja, no es un simple reservorio de información. En realidad, la principal función de la memoria es ayudarnos a optimizar la toma de decisiones. Nos permite recurrir a nuestras experiencias y la información que hemos almacenado para valorar las consecuencias de las diferentes alternativas y elegir la más conveniente. 
Sin embargo, acumular demasiada información no nos garantiza tomar las mejores decisiones. De hecho, en algunos casos puede ser contraproducente. Los investigadores indican que “la persistencia de la memoria aplicada a los aspectos transitorios o inusuales del mundo transitorios es perjudicial, ya que puede conducir a un comportamiento inflexible y/o a realizar predicciones incorrectas. La persistencia solo es útil cuando mantiene aquellos aspectos de la experiencia que son relativamente estables y/o que predicen nuevas experiencias”. 
Esto significa que necesitamos “limpiar” nuestro almacén de toda la información irrelevante que podría afectar la toma de decisiones trayendo a colación detalles inútiles. Al deshacerse de la información que no es importante, el cerebro puede destinar más recursos cognitivos a tomar decisiones y lo hará de manera más rápida. 

¿Cómo funciona el recuerdo y el olvido? 


Para traer a colación un recuerdo o una información, se produce una reactivación de las neuronas que estaban activas en el momento en que se produjo la codificación. En otras palabras, nuestro cerebro vuelve a activar esas conexiones sinápticas. Eso se conoce como persistencia. 
Al contrario, el olvido implica una alteración, modificación o desestabilización de esas conexiones sinápticas. Es lo que se conoce como transitoriedad. Y es en ese momento que ocurre el olvido o que los recuerdos se “contaminan”. 
Lo interesante es que un entorno rico en estímulos promueve la neurogénesis en el hipocampo, también en los adultos. A medida que esas nuevas neuronas maduran comienzan a establecer conexiones y remodelan continuamente los circuitos del hipocampo. Ese proceso de remodelación es competitivo, lo cual significa que las nuevas conexiones reemplazan las antiguas, aquellas que han dejado de ser significativas. 
El equilibrio entre ese proceso de persistencia y transitoriedad es precisamente lo que nos permite tomar decisiones más inteligentes. 

¿Cómo olvidar nos ayuda a tomar decisiones más inteligentes? 


¿Por qué nuestro cerebro gasta tanta energía almacenando recuerdos y luego borrándola? ¿Cómo es posible que el olvido nos permita tomar mejores decisiones? 
Por una parte, hay que tener en cuenta que en un mundo que cambia continuamente muchos de los datos que hemos almacenado se quedan obsoletos, por lo que es importante reemplazarlos con un contenido más actual. 
Si respondemos a los desafíos del entorno actual con una información desactualizada, nuestra respuesta no será adaptativa, sino que probablemente se convertirá en una fuente de problemas. Para evitarlo y hacer espacio en nuestra memoria, debemos ser capaces de “borrar” la información innecesaria que se ha quedado obsoleta. 
Por otra parte, el olvido facilita lo que se conoce como “regularización”, un proceso mediante el cual limitamos el almacenamiento de los detalles irrelevantes priorizando las generalizaciones que nos permiten tomar decisiones rápidamente. O sea, nuestra memoria funciona así: primero recopilamos mucha información, que nos resulta útil para sacar conclusiones, pero una vez que hemos hecho esa generalización, no necesitamos los detalles y los borramos. 
De esta manera, cuando necesitamos tomar una decisión, no tenemos que acceder a todos esos detalles sino tan solo a la generalización a la que hemos llegado. Esa economía de recursos nos permite activar otro tipo de información relevante para la toma de decisiones y, por supuesto, nos ayuda a decidir con mayor rapidez ya que vamos directo al punto y no nos perdemos por las ramas. 
Fuentes: Richards, B. A. & Frankland, P. W. (2017) The Persistence and Transience of Memory. Neuron; 94(6): 1071-1084. Gonçalves, J.T., et. Al. (2016) Adult neurogenesis in the hippocampus: from stem cells to behavior. Cell; 167: 897-914. McAvoy, K.M. et. Al. (2016) Modulating neuronal competition dynamics in the dentate gyrus to rejuvenate aging memory circuits. Neuron; 91: 1356-1373. Toni, N. et. Al. (2008) Neurons born in the adult dentate gyrus form functional synapses with target cells. Nat. Neurosci; 11: 901-907.