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Once upon a time in Añastro

Publicado el 08 noviembre 2010 por Pepemantero

Once upon a time in Añastro

¿Te imaginas? Suena “Amapola”. En el edificio, todo huele a cheviot impregnado de naftalina. De la calle desierta y lacia llegan rumores de ángeles. Rouco de Niro, por el agujerito –¡qué demonios disimulado!- en la pared del váter, espía tumefacto, erecto, enhiesto, a una Madre Maravillas Connelly con gorro frigio y bandera tricolor. Sin arrugas. Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, tararea Su Eminencia por lo bajini mientras se va marcando los compases con pases bolsilleros de seis por ocho.

Abajo, en la cantina, Kiko Argüellicone sigue aporreando la sufrida pianola. “Mirad qué estupendo, gustad qué alegría el amor entre los hermanos”, le acompaña cantando Martínez Ca Minaldo, la mitra linóstila bajo el seno. ¿Nadie baila? Cospedaleth McGovern ya ha crecido, se marca un piadoso baile a lo seise. Tócame “la barca”, Argüellicona. Túuuuuuu has venido a la orillaaa…

Rouco de Niro se limpia diestra e instrumento. Vuelve a tapar el agujero con el crucifijo, se baja de la taza. De la calle te alcanzan alaridos, vítores, músicas celestiales que te asustan más que el mismísimo infierno. Te asomas.

Un anciano bávaro, vestido de blanco, despliega untuosas alas azulencas por el cielo. Por mucho que la ciudad quiera descender, siempre está demasiado cerca. Sus garras, las garras del ángel perverso de las dos bolas.

Rajoy, cazamariposas en ristre, va vestido de Bing Crosby. En el alzacuello, este Padre O´Malley de vodevil lleva publicidad: ¡no al matrimonio gay! ¡Cielos! ¡Las campanas de Santa Marica! Superior a mis fuerzas.

Al despertar, el ángel del terror se ha ido ya. Y quedan, siempre quedan, sus secuelas carpetas y vetonas: esta España de cerrado y sacristía, grillete de las Luces.

¡Dónde estará Ingrid Bergman!

Se me confunden las películas, las uniones sinápticas, ¡la leche!

Érase una vez… cuando España era Añastro.


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