Opinar
Lo que turba a los hombres no son las cosas, sino las opiniones que de ellas se hacen. Por ejemplo, la muerte no es algo terrible, pues, si lo fuera, a Sócrates le hubiera parecido terrible; por el contrario lo terrible es la opinión de que la muerte sea terrible. Por lo que, cuando estamos contrariados, turbados o tristes, no acusemos a los otros sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras opiniones. Acusar a los otros por nuestro fracasos es de ignorantes; no acusar más que a sí mismo es de hombres que comienzan a instruirse; y no acusar ni a sí mismo ni a los otros, es un hombre ya instruido.
UltrajarRecuerda que no es ni quien lanza injurias, ni quien golpea, lo ultrajante, sino que la opinión, de injuriosas, que te has hecho de estos (acciones y agentes de la acción), es lo que las hace ver de gentes de quienes has recibido ultrajes. Cuando alguien entonces, te ofenda e irrite, sábelo que no es ese alguien quien te irrita, sino tu opinión. Esfuérzate entonces, ante todo, de no dejarte llevar por tu fantasía; pues, una vez ganes tiempo y alguna dilación, serás más fácilmente amo de ti mismo.Sin prisa pero sin pausaMantente firme en la práctica de todas estas máximas, y síguelas como a ley que no puede violar sin impiedad. Y no prestes atención a lo que de ti se habrá de decir; pues esta, siendo una de las cosas que no están en tu poder, no es cosa tuya.
Máximas Epicteto (Hierápolis (Turquía), 55 d.C. – Nicópolis (Grecia), 135 d.C.)
Las enseñanzas de Epicteto tenían su base en las obras de los antiguos estoicos; se sabe que se aplicó a las tres ramas de la filosofía en la tradición de la Stoa, lógica, física y ética. Sin embargo, los textos que se conservan tratan casi exclusivamente de la ética. Según ellos, el papel del filósofo y maestro estoico consistiría en vivir y predicar la vida contemplativa, centrada en la noción de eudamonía (felicidad). La eudamonía, según la doctrina estoica, sería un producto de la virtud, definida mediante la vida acorde a la razón. Además del autoconocimiento, la virtud de la razón estoica consiste en la ataraxia (imperturbabilidad), apatía (desapasionamiento) y las eupatías (buenos sentimientos).