Porque está la luz... y está la oscuridad.
Nuevo cuento para ustedes. Es cortito, sí; estoy cansada. La buena noticia es que la novela está terminada y buscando editor.
Oscuro nacimiento
La tierra se abrió. Una mano huesuda salió y se estremeció en el calor de la noche. Pronto, otra mano, con carne colgando, atravesó también el hueco. Juntas comenzaron a escarbar frenéticamente, desgarrando el húmedo suelo.
Un par de búhos asentados en un árbol cercano observaban la escena con atención y callaron en señal de respeto. Las hojas se balanceaban con una suave brisa, pero también ahogaban su murmullo. La luna brilló con más fuerza, reflejando las letras doradas de la lápida que se iba hundiendo poco a poco.
Las manos rebotaban contra las paredes de un pozo cada vez más ancho. La poca carne que tenía una de ellas quedó mezclada con el lodo y también un trozo de tela podrida que había adornado la otra. El aire vibró cuando ambas quedaron quietas. Se hundieron en la oscuridad al unísono.
La luna se ocultó para espiar a través de las ramas de árbol desde donde la pareja de búhos miraba encandilada. Entonces, de ese lóbrego pozo, surgió un torso sobre el cual se irguió una cabeza. Un rostro enjuto, enmarcado por magros mechones de pelo, echó una ojeada a su alrededor. Estaba solo.
Con torpeza, trepó fuera del hoyo y se paró inestable al lado de la yaciente lápida. Los búhos retrocedieron y la luna se escondió detrás de una nube. Una mano, cansada por el trabajo hecho, cayó dentro del pozo, pero a él no le importó y, balanceándose por un viento invisible, comenzó a caminar. Cada paso lo alejaba del hoyo, del árbol, de la lápida y de los búhos. Aunque a él no le parecía importante aquello, solo tenía un deseo: salir de allí, salir de la oscuridad.
Avanzó hacia lo que parecía ser una luz lejana que se iba agrandando. A medida que se acercaba, comenzó a escuchar voces. Las palabras eran confusas, inteligibles. Cuando llegó a la salida, vio gente conversando quedamente; pensando que lo esperaban a él, lanzó una exclamación de saludo. Ya había llegado.