Cierto "halo de muerte" flotaba en el ambiente ya en las obras elegidas y unas excelentes notas al programa de Rafael Banús Irusta, precisamente tituladas "Danzas de la muerte" que se confirmaron al dedicar el concierto a las víctimas del terremoto de Haití. Con todo lo que ello conlleve y a la vista del resultado final, incluyendo naturalmente el musical, aunque resulte una expresión manida siempre conviene recordar que tras la muerte hay esperanza, incluso en Haití: más pobre imposible y deseando que renazca tras esta última desgracia con ayuda de todos.
Para finalizar esta primera parte nos llegó el Concierto para piano en re mayor "para la mano izquierda" (1929-1930) de Ravel con el pianista francés y la orquesta assturiana sonando en su plenitud, perfectamente concertados por Valdés que de nuevo demostró saber acompañar a los pianistas solistas, sumando fuerzas para lograr sacar toda la riqueza de la orquestación del gran Maurice y el perfecto ensamblaje entre solista y orquesta para una página memorable de afinación, ejecución e interpretación. Realmente pleno, esperando volver a escucharlo cuando lo emita Radio Clásica.
De regalo, Collard nos dejó otra maravilla para la mano izquierda, volviendo a recordar el Trabajo de investigación del curso 2005-06 "La literatura pianística para la mano izquierda sola" de Daniel Moro Vallina desde Asturias, dirigido por el profesor Roberto Méndez González donde aparece citada la propina (Nocturno op. 9 nº 2 para mano izquierda de Scriabin), con el guiño final del último acorde con las dos. No fue manco este excepcional pianista francés asiduo de nuestro país.
El Cuarteto en Re mayor D. 810 "La muerte y la doncella" (1826) de Schubert en el arreglo que Mahler hizo para orquesta, llenaría la segunda parte de nuevo con el halo de muerte en tema y arreglista. Escribe el biógrafo de un gran liederista como Thomas Quasthoff, Banús, en las notas a este programa que "Fue, seguramente su afinidad con la muerte lo que atrajo a Gustav Mahler a llevar a cabo una adaptación del célebre Cuarteto en re menor...". Aquí fue donde la cuerda de la OSPA sonó como un cuarteto orquestal con un Allegro demoledor anímicamente (cada vez entiendo más a Mahler) que finalizó esperanzador, el Andante con moto de tristeza nada contenida, duro lirismo de una tragedia que se mastica, siguiendo un Scherzo que parece abrir la ventana a un nuevo día de penumbra, y ese Presto final realmente endiablado que particularmente me trae esperanza en la formación asturiana con quien será el próximo director... ¡Qué más puedo pedir!.
Creo que la riqueza del original que tanto marcó a Mahler fue lo que le llevó a engrandecerla aún más con esta orquestación tan rigurosa -realmente es una transcripción- y a la vez conmovedora que intenta mantener todo lo posible el espíritu camerístico llevado a la orquesta de cuerda, y precisamente es lo que logró nuestra sinfónica. No vamos a descubrir la calidad de esta sección, aquí totalmente protagónica, que nos brindó una excelente versión. Personalmente podría haberla dirigido Vasiliev como si del cuarteto original se hubiese tratado. Sonido "made in OSPA" que se ha logrado con tantos años de convivencia y buen trabajo.
Los links a lo largo del comentario sobre el Cuarteto nos llevan a versiones tanto camerísticas como orquestales que podéis disfrutar en "la red".
P.D.: Dejo la crítica de mi querido Aurelio M. Seco en su Codalario.