Revista Diario

otoño

Publicado el 21 marzo 2012 por Inesnavas
otoño
Ya levanta el verano sus ligeros manteles, y elotoño, sin alzar aun la voz, lo está viendo alejarse: cómo mueve sus verdesparasoles, como arrastra –soberbio- su cola de pavo real y pedrería. Nada hacambiado en apariencia, pero el otoño hará sonar su música, inevitablemente,una canción que no tiene retorno. Tendremos que ir cerrando las ventanas.
Yome pregunto, como si mi corazón no fuera mío ¿qué será de aquella locurasonora, de aquel atrevimiento? ¿Quién asegura que no ha cambiado nada? Florecióy marchitó la flor más dulce, pasó el violento rapto que no podía durar, laplenitud vehemente hecha para un solo día…Antesteníamos coraje: las inseguridades y la impaciencia nos punzaban, y tomábamosmedidas oportunas para no perder lo aun no perdido.Seráque los castillos inexpugnables han sido, ya, expugnados; los acompañantesinsustituibles han sido sustituidos; todos los amores inolvidables, olvidados… No,si no que fuimos embozando los largos filos que nos ensangrentaban.¿Esque somos más fuertes? No, acaso, simplemente somos más nuestros y hemos idocerrando las ventanas. O es, acaso, que comenzamos a ser cada vez menos, yvolvemos la mirada hacia dentro.Lasangre se nos hace perezosa. Y el llanto…
Lossolitarios ¿qué esperan del otoño? Quizá el atardecer –esa es nuestra hora- ,las frías llamaradas del sol que se deja caer sin resistirse, sin asirse a lascopas de los árboles, a los tejados, a las familiares fachadas delante de lascuales esperamos el milagro.Elsol está cansado, lo mismo que nosotros. Se abandona en brazos de la nocheanticipada. ¿Qué pueden esperar los solitarios? ¿Habrá acabado todo? Sinembargo, quedan cosas..., no es que las cosas mueran, es que nosotros nos hemosido de ellas, como se va el río.Somosnosotros los que no volvemos.
Lacanción de los otoños no tiene estribillo.
Deahora en adelante los invitados al jardín, serán cada vez menos. Entrarán másdespacio, hablarán en voz baja. Se oirá más apagado el cantar de la fuente, eirán enmudeciendo lentamente los grillos. Se acortará la luz, se ensancharánlas sombras. Camino del solsticio, muy perezosamente, como la sangre.Laoscuridad se obstinará en los rincones. La soledad sonreirá.
Hayuna edad en la que todo es verano, y otra en la que el otoño -el otoño es también la armonía del mundo-se instala como un rey, incomprensible y evidente, dentro del corazón. No es unusurpador, ni un tirano, ha llegado su hora y nos gobierna sin urgencias, niapuros. Nos invita a recomenzar cerrando las puertas por las que entraron lasintemperies.Todoestá bien. El mundo sigue siendo hermoso…y está ahí... está ahí… y es otoño…cuando lucen más todos los colores.
©® Susana Inés Nicolini

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