Revista Literatura

Otoño lluvioso, primavera tardía

Publicado el 29 septiembre 2009 por Héctor
Siempre he creído que la lluvia era la mejor inspiración para los poetas. Nada más evocador que escuchar las gotas crepitando contra el cristal, para que los pensamientos se desencadenen uno tras otro, como liberados después de haber estado atrapados demasiado tiempo. Y estos días llueve, y mucho. Una vez fui ferviente defensor de la lluvia. Sostenía que lo mejor de la vida ocurre en días lluviosos, pero eso fue hasta que descubrí que la lluvia a veces no es más que un estado mental. Un mecanismo de defensa contra la inseguridad. Una catarata interior que se lleva consigo todo lo que nos impide avanzar, la costra de la indecisión y de la autocompasión.
¿Es por tanto coincidencia que retome este blog en estos días de lluvia?. Una pregunta tan difícil de responder como estéril es su respuesta. La cuestión no es cuándo, sino por qué. Recuerdo que inauguré este blog hace ya más de un año (el tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a los que nos seguimos creyendo jóvenes), en unas circunstancias muy especiales de mi vida. Entonces decidí escribir sobre mis gustos, mis aficiones, mis miedos, mis lugares comunes. Una salida para lo que me hervía por dentro. Por desgracia, el tiempo, el mismo tiempo que nos restañe las heridas hasta convertirlas en cicatrices destinadas a ser olvidadas, acabó enfriando mi ánimo hasta transformar este espacio en una suerte de cementerio de letras, de pensamientos que empezaban a perder su vigencia. Para mi desventura, nací con el virus de la inconstancia arraigado en mi seno. Escritor de rachas, siempre mi voluntad se dejó llevar por el viento. Y cuando el viento soplaba en otra dirección, hacia otros horizontes, mi voluntad de escribir se paralizó. Demasiadas distracciones, podría pensar. Demasiadas tareas en la agenda, podría esgrimir. ¿Es suficiente con eso?
Hoy, muchos meses después de mi último artículo, mi vida ha cambiado. Por suerte, no en lo sustancial, pero sí a muchos niveles. En estos meses he conseguido una carrera, pero también un millón de dudas. El futuro esta tán abierto que me es más difícil que nunca encontrar una salida satisfactoria. Por primera vez en mi vida no tengo un curso académico a la vista, y eso me descoloca. La vida me ofrece tantas opciones que a veces no me siento con fuerzas ni para valorar la primera de ellas. Afortunadamente, cuento con la mejor compañera de viaje. Tú sabes que si vuelvo a escribir es en gran parte por tu culpa. Y te lo agradezco.
Y no es que en este tiempo no haya escrito nada. Algunos sabéis que he desarrollado una nueva vida paralela en otro blog, exclusivamente dedicado a mi mayor pasión, la NBA. De repente me he visto convertido en periodista deportivo frustrado, en cronista de la conversión de sucesos muy lejanos en anécdotas de patio de luces. Y debo decir que me apasiona la tarea, y no dejaré de hacerlo. Pero escribir sobre deportes es fácil. Uno sólo tiene que leer, entender y reelaborar la información. Lo verdaderamente complicado es cuando uno tiene que buscar la fuente de inspiración dentro de sí mismo. Y ahí está la dificultad. Y sobretodo el miedo. A veces me aterra no saber si sigue habiendo algo aquí dentro. Y por eso he decidido volver.
Si todavía me queda algo de lo que un día fui, merecerá la pena hacer el esfuerzo introspectivo. De repente, me vuelve a apetecer escribir sobre lo que se me pasa por la cabeza. Sin tapujos. Y soy consciente de que este sitio lo visitará muy poca gente, tal vez se puedan contar con los dedos de una mano. Pero tengo la tranquilidad de saber que la gente que me leerá es gente que me quiere, y tengo la desgracia de que conocen de sobra mis virtudes y la suerte de que aceptan sin reservas mis defectos. Aún así no quiero que seáis un público entregado desde el principio. Si de algo se aprende es de los palos, y a veces esa es la única forma de avanzar.
Volver a Primavera Tardía me ha costado esfuerzo, y he necesitado incluso cambiar radicalmente la imagen del blog para convencerme de querer volver. Nueva imagen, nueva vida. Como cuando empiezas el curso y te compras libretas nuevas, con páginas de un blanco inmaculado, que invitan a escribas en ella. Pero este año no hay curso, más bien hay solo incertidumbre. Y nadie (y mucho menos yo) puede asegurar que este regreso sea definitivo.
Pero al menos habrá que intentarlo. Bienvenidos de nuevo a Primavera Tardía.

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