El parque tiene una extensión de 14 hectáreas y recuerda a un jardín romántico de los que podríamos encontrar en aquella época en Francia, Italia o Inglaterra.Durante la guerra civil se construyeron bunquers que se encuentran cerrados y de los que podemos ver los restos de los respiraderos de dichos refugios.
Son cinco los estanques que mando construir la Duquesa, interconectados con un canal principal, como si fuera un pequeño río. Parte del Salón de Baile, el edificio que construyo para organizar sus fiestas, en su fachada hay un gran jabalí del que fluye agua como si fuera una fuente.
¡Increíble!, pero cierto. La decoración del embarcadero es curiosa y bonita. Y sobre él un romántico puente de hierro que actualmente tiene prohibido el acceso al público.
Volviendo al camino principal, nos encontramos con el palacete al fondo,de porte totalmente francés, con su escalinata de hierro en forma de caracol a ambos lados de las entradas. Numerosas fuentes nos anuncian en el camino la llegada al palacio.A su derecha una zona protegida, que aún no se ha abierto al público, donde fuentes, castaños y un gigante, perfecto laberinto se mantiene escondido, a cubierto de nuestras pisadas, tal vez, destructivas.Y por supuesto a su izquierda no podían faltar más estanques en donde las carpas naranjas y las truchas de grandes dimensiones disfrutan de un frío y tranquilo baño.Una nueva construcción escondida entre la vegetación, el pabellón de Esteras…
En cualquier estación es impresionante, en invierno por sus tranquilos paseos, en primavera la belleza de sus flores y el color verde brillante de sus hojas, mientras las crías de los pajarillos te deleitan, pero sin duda el otoño baña de una mezcla de colores increíbles este parque, convirtiéndolo todavía más en un destino único en pleno corazón de la ciudad.
María José Luque Fernández.Fotografías de María José Luque Fernández.