Esta vez tocaba el Corral del Indianu, el restaurante de Jose A. Campoviejo, pero previamente pasamos por el Café Español, un local decadente y anticuado, pero con unas bonitas vistas del Sella y donde se puede degustar una "Compuesta" un tipo de vermú que se tomaba antiguamente en Asturias y que consiste en Ginebra con vermú; dependiendo del sitio la receta cambia, puede llevar vermú rojo, licor de naranja, guindas, etc. Aquí nos dijeron que era Martini blanco, ginebra y 5 licores más. "Secretos", nos dijo la camarera.
Tras el vermú llegamos al restaurante. Una bonita y elegante decoración en las primeras mesas de la entrada, daban paso a una terraza interior, muy acogedora y luminosa, con pocas mesas. Al fondo un pequeño jardín con mesitas que no pudimos utilizar porque estaba lloviendo pero que tenía una pinta estupenda para tomar unas copas tras la comida.
Para comer, nos decantamos por el menú degustación, indicando que no nos gustaba el queso por lo que nos dijeron que nos sustituirían un par de platos:
- Xarda (caballa) en mermelada de cebolla y guacamole para sustituir el bombón de cabrales y manzana asada con chocolate blanco.
- Escanda, acelga eco-astur, royal y albaca. Especie de gelatina de acelga, de un sabor fuerte, no apto para todos los paladares.
- Chipirón sin chipirón, un falso chipirón muy sabroso que nos sirvieron para sustituir el tembloroso de Rey Silo, avellana y toques picantes.
- Naranja, cardamomo y manzana. El primero de los postres: helado con tarta. Nada del otro mundo
La carta de vinos es amplia y bien presentada en un libro llamado "Mis 99 vinos". Nosotros nos decantamos por una sidra de mesa (12 euros).
El servicio es principalmente familiar, alejado de los rigores de los restaurantes de lujo. A veces se hace algo lento, mientras la maître atendía otras mesas, la camarera podría haber ofrecido una bebida para la espera. También se despistaban al rellenar los vasos de vino y agua pero, eso si, todos esos pequeños detalles lo compensaban con la cordialidad de trato y en nuestro caso con el detalle que tuvieron cuando nuestro hijo de dos meses se puso a llorar, al ir a sacarlo del local para no molestar al resto de comensales la maître se ofreció a pasearlo para que pudiéramos degustar los platos tranquilamente.
En resumen, el sitio está bien, el menú sale por 75€ y el total con café y sidra 180€. La comida es correcta y si estás cerca merece la pena una visita. Nosotros fuimos esperando el local que antaño fue, un sitio de comida tradicional asturiana, y salimos con la sensación de que, al final, ha evolucionado hacia lo de siempre en los locales con estrella: cocina creativa y menús degustación. Parece que a los señores de Michelin no les va otro tipo de cocina.