He estado atento a los comentarios de Larry Romántico sobre la afición a la observación del firmamento. Tal vez le sucede como a mí: tengo tendencia a dirigir la mirada hacia otros horizontes que no resulten más de lo mismo.
Una cosa buena que tiene nuestra cabeza es que es altazimutal y permite, como con los telescopios, mirar arriba y abajo, así como a derecha e izquierda. El cerebro de Larry también se parece al mío. Nos aburren casi los mismos temas y no me extrañaría nada que, en algún momento próximo, me encuentre identificando estrellas, como si allí, tan lejos, estuviesen las respuestas a tantas preguntas.
Si bien nuestros orígenes están a miles de millones de años de aquí, el final se encuentra mucho más cercano. Esto mismo obliga a plantearse la existencia de una manera muy relativa. Vivimos muy poco tiempo si nos comparamos con los astros. Por ello, se hace tan necesario vivir con intensidad cada instante, pues cada segundo, este momento en el que estoy escribiendo estas palabras, es único, irrepetible, irremplazable.
Ese rendimiento vital sería extraordinario si viviéramos, si nos dejasen vivir más bien diría yo, con la máxima plenitud posible. Pero eso requeriría otra mirada, una forma distinta de observar el mundo que nos rodea y reconocernos a nosotros mismos y a los demás como lo que realmente somos y son. Esa nueva mirada nos revelaría que no somos tan diferentes como pensamos. Compartimos mucho más de lo que creemos. Y necesitamos bastante menos de lo que nos parece para acercarnos a la felicidad, objetivo fundamental que podemos disimular, pero que es innegable cuando uno se detiene a reflexionar un buen rato.Que yo sepa, aún no se venden gafas para ver un mundo distinto, no virtual sino real. Estoy convencido de que no se podrán comprar jamás. La clave para el cambio será la mente, de mentalidad. No la de esta generación, claro, tendrán que pasar varias hasta alcanzar algún tipo de perfección. Si hay un futuro distinto al que ahora se vislumbra, habrá salvación de este planeta. De lo contrario, acabaremos pronto con él. Y no me refiero sólo a los efectos del cambio climático que algunos hipócritas niegan. Hay muchas cosas que se repiten sin cesar desde hace miles de años, los mismos errores, ese más de lo mismo que no nos agrada nada ni a Larry ni a mí. Una lástima, pero es lo que hay.