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Otra vez la independencia de Escocia

Publicado el 10 enero 2012 por Vigilis @vigilis

Es inevitable hacer una lectura española del último acto del tema del independentismo escocés. Algunos antecedentes: el Partido Nacionalista Escocés gana las elecciones regionales con mayoría abosluta y en su programa lleva la convocatoria de referendum por la independencia para 2014. La grave situación económica, obliga al gobierno tory a usar esto para mantener al público entretenido y de paso alertar de que la inseguridad política perjudica a las empresas. Así, Cameron anuncia que está dispuesto a ver un referendum en el plazo de 18 meses con las únicas opciones de 'sí' y 'no' ante la pregunta de la independencia.

Esto, a los nacionalistas escoceses no les ha gustado nada: la opción más clara en las encuestas es la de profundizar en la autonomía fiscal y política. Tampoco ven con buenos ojos que sea Westminster el que dicte las cuestiones constitucionales. Les da igual lo que diga su estatuto de autonomía. Así con todo, observamos diferencias y similitudes entre el proceso de descomposición política del Reino Unido y el de España.

Destacan las diferencias: en Reino Unido, los tres grandes partidos son unionistas y lo tienen muy claro. En 1998 propusieron una descentralización que no puede ni mirar a la suela del zapato a las actuales competencias de Extremadura, por ejemplo, una comunidad española, como otras, a la que solo le falta pedir el ingreso en la ONU y acuñar moneda. Por contra, en España, los dos grandes partidos no son ni unionistas ni separatistas. En esta cuestión chapotean en la sopa de la conveniencia política inmediata. Así, no tienen reparos en decir una cosa en Castilla, la contraria en Galicia, y ni lo uno ni lo otro en las Vascongadas. Otra diferencia estriba en su propia historia: en el siglo XVII, el rey escocés hereda la corona inglesa y une ambas coronas. El proceso acabaría 104 años después en el Acta de Unión, por el que se crea el Reino de Gran Bretaña. Por contra, aquí, antes de nuestra historia constitucional, ya había un estado unitario consolidado, con amplias mercedes y fueros, sí, pero esto en ningún caso puede interpretarse como orientación política sino como privilegios medievales. Otro tema es que en España, los privilegios medievales dicten la política inmediata. Qué listos somos.

Otra diferencia más, y una que me gusta: en la pérfida Albión sale el primer ministro y dice a las claras lo que va a hacer. Aquí escuchamos las intenciones a cuentagotas. Cuando nos enteramos de algo, es que ya se hizo meses atrás. No solo Durán, sino que todos los políticos no pueden decir lo que pretenden, no vaya a ser que nadie les vote. En general, lo de votar, responde a una liturgia simbólica que no tiene apenas significado político: da igual el programa con que se presenta un partido, cuando llega al gobierno puede hacer lo contrario y nadie va a pedir cuentas.

Pero, como dije antes, también hay similitudes: yo las veo en la actitud de los nacionalistas. Tanto allí como aquí, los nacionalistas o independentistas no buscan en ningún caso la independencia -acabáramos-, sino que buscan un régimen conocido como independentismo o nacionalismo. Esto es, un chiringuito en el que colocar a parientes, consumir sustancias y erigir estatuas todo a cargo de la cosa pública. Una nacioncita de la señorita Pepis que envía a soldados a Afganistán bajo otra bandera, que es irresponsable de su deuda "nacional" y que en definitiva quiere vivir a costa de otros, estableciendo un régimen de apartheid cultural mediante política de subvenciones, pero todo ello muy cutre y salchichero. Muy paleto.


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