Maldigo el despertar,
una y mil veces
hasta el hartazgo,
o hasta que se convierta
en una vibración de mi lengua,
la cual arrancare si lo sigue haciendo.
Maldito despertar
que me apedrea con la realidad,
soñando, creí que estaba,
ahora, desecho en este mar de ausencias,
y empujado por un viento que vomita dagas,
ahí, despierto,
pues bien, mar y viento,
no veré el día hoy.
Sin embargo, tengo dudas
y asomo mi cabeza,
tras sucios vidrios puedo ver
un día que se pinta en amarillos incendiados,
negros y grises,
extraña mezcla,
fuera de mí, me hacen sentir,
no soy dueño de mi cuerpo,
no soy dueño de mi pensar.
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