La semana pasada estaba en una reunión con niños y una amiga mencionó que le molesta que sus hijos griten mientras juegan; entiende que es normal, pero le molestan los gritos.
Estaba ahí otra amiga que un día mencionó que a veces le abruma el parloteo de su niño; le gusta hablar con él, pero a veces quiere un momento de silencio y la criatura no para de hablar.
A mí no me molesta que B grite mientras juega ni me cansa su conversación, así repita veinte veces lo mismo. Pero me sentí acompañada porque hay más de una cosa que me saca de quicio y una lista larga de indicadores que me alejan de la mamá lindabuenaondasiempredispuestarelax que me gustaría ser.
Me hacen falta esos encuentros con otras mamás con las que pueda sentirme identificada, así sea nada más que en una interacción de Twitter.