Hay dos palabras que garantizan rechazar cualquier forma de mediocridad enmascarada con sabiduría convencional… : valentía y coraje.
- - Estoy muerto, y lo sabes. Lo supiste desde el primer momento. Tú también estabas muerta cuando intenté resucitarte.
Cuando te vi por primera vez, fue como pasar un examen, y sabía que de fallarlo, sería el fin de nuestros sueños.
Y pese a todo, te dije para mis adentros:
- - Si he aprendido algo de todos mis sueños, de todos mis viajes, de todos los cuerpos por los que he transitado, es que cuando se trata de sueños e ilusiones, podemos vacilar, pero la única forma de incumplirlos y fallar, es abandonarlos.
Él no dice para no herir, (que yo sepa), y cuando sabe que va a hacerlo, calla. Otras, su arrebato contenido estalla en una rabia que no he dejado de compartir, ni él a su manera tampoco. Por eso me gusta. Por eso lo quise, y lo quiero. Y si lo quise fue porque no suele pensar como yo, ni yo como él, pero que sabe que ni él ni yo nos venderíamos para gustarnos ni ofrecernos, ni gustarles tampoco al resto. Otras, se sepulta en uno de sus múltiples yos, y me da la espalda. Y yo, hice lo mismo. Sé que hace tiempo recorrimos juntos cierto Mar desde lejos, bajo una tarde de otoño que en vano las hojas muertas de un otoño se quiso llevar en ventiscas, y nosotros, veletas tanto él como yo, las retamos en un Game Over, y en varios Jaque Mates. Y recuerdo aún, cuando en una Plaça por independizarse, me dijo que vendría a esos lugares por los que transitase. Entonces no me enteré, pero sí sé que no hace ni tanto me sacudió el corazón, y sin apenas darme cuenta y casi a traición, hizo que se tambalearan mis límites y mi historia, y hasta mi brújula, ésa que me orientaba sobre lo que era norte y lo que era sur.
Sé que te debo un lenguaje compartido, el mismo que tú a mí, un guiño, un respeto a tus decisiones, a tu forma de entender la vida, a tu manera de darme de lado cuando más te necesité, a tus silencios, o a tus largas charlas para mostrarme que estabas a mi altura. Yo no suelo estar cuando me necesitan tampoco, por eso te entiendo hoy como el primer día aunque también me callase y nada te dijese.
Mis absolutos poemas los guardas en la distancia, en esas noches que tal vez naufragues en algunos de esos versos que te escribí en aquel libro hecho a mano que casi le regalamos a aquella mujer que sólo mendigaba una moneda más, de las tantas que ya repartimos en época ajena a la Navidad, en aquel rincón de un bar, y a quien ruborizada, tuve que pedir perdón por haberme sacado tú los colores.Aunque me niegues sin negarme, y yo te niegue, no sé de más aliento que el de tu boca.Yo no te soltaría, y tú, tampoco, mi Niño…Perdóname si nunca supe entender a ese niño maltratado que desde la primera mirada, me contó lo que no suelo preguntar. No soy de preguntas. No soy de indagaciones ni de envidias... Y sé que tú lo sabes.Sólo querías mostrarme a aquel niño que dentro de ti llevabas y andaba adormecido.Tardé en descubrirlo…;-)
Así, que ahora, y de pedirte algo, sólo te diría que te acercases a mi regazo, mi Niño, que siempre, o tal vez jamás o nunca, en ese recodo tendrás abrigo… y te cantaré una nana cuando temas al mundo y sus quimeras, y que yo, cerrando el puño me arrebujaré en tus pesadillas, escampando mis culpas y mis miedos, para abrazarte como se debe, bajo cualquier tempestad, y cuando más nos necesitemos.Tu ilusión, si bien ajada, será la mía...Yo ya ni tengo, ni nada pido.Pero aún me quedan mis brazos, y a ti, algo de aquel niño (?) ...;-)
TQ.
Y aquí te dejo una canción para que blasfememos, y nos condenen y...