Desde pequeñas, las padaung
son anilladas de forma progresiva.
En medio del circo turístico en el que se ha convertido el lugar, nos sentamos con una mujer anciana que amablemente nos cuenta que se trata de un signo de identidad tribal, asociado a la belleza -mi madre, mi abuela y la madre de ésta los usaron también-. En principio y aunque nos pueda parecer una tortura -para mí lo es-, los aros no serán quitados del cuello de la mujer padaung durante toda su vida. La técnica consiste en ir colocándose aros dorados de alambre y bronce en el cuello. En realidad no se trata de una técnica para alargar el cuello porque físicamente es imposible; lo que se pretende es bajar las costillas respecto a su posición lógica y normal. De esta forma se consigue el efecto de cuello alargado. En principio estos objetos metálicos son vitalicios y una vez puestos no se los quitan nunca, pero podemos ver como algunas mujeres no lo llevan, dejando al descubierto un cuello largo y endeble que denota claros signos de inestabilidad y por qué no decirlo, desagradable a la vista del visitante. ¿Por qué hay mujeres que se han quitado la concatenación de aros metálicos? A su llegada a Tailandia después de tener que huir de su patria -Birmania- a causa de las guerras y la persecución étnica, se asentaron en suelo fronterizo y poco a poco han ido viendo como su ancestral forma de vida se ha convertido en una mera atracción turística. Viven en aldeas simuladas en las que para acceder, tenemos que comprar la entrada y pagar un plus para poder fotografiar a estas mujeres. La sensación al llegar allí es la de estar en un circo de varias pistas, esperando para ver el show de unas mujeres que se ven obligadas a subsistir entre la explotación y la aberración. Hay que tener bastante imaginación o haber viajado y leído mucho para empaparse del auténtico valor de una cultura que se diluye de forma irremediable.
Siguiendo el hilo de lo que decía, muchas mujeres ya se están revelando ante esta situación y protestan eliminando el pesado metal que rodea sus cuellos. Otras han eliminado los aros para poder realizarse revisiones médicas; debemos saber que una mujer padaung que elimina las argollas, puede sufrir rotura de cuello ya que al haber hundido la posición de sus costillas, se pierde sujeción y el peso de la cabeza produce dolorosas contusiones. También el gobierno birmano en su afán infructuoso por parecer una nación moderna, obligó a las padaung a eliminar los aros por parecerles un signo de retraso. Nos dice nuestra anciana interlocutora: “Hace algún tiempo se les quitaba los anillos a las mujeres que engañaban a sus maridos como símbolo de castigo y para que vivieran con esa vergüenza”. En aquellos tiempos la sociedad padaung era matrilineal y monógama, aunque pasó a ser polígama cuando la escasez de integrantes se hizo patente. A partir de ese momento el hombre se apoderó de un estatus preponderado en el que la fidelidad de la mujer pasó a ser cuestión de honor para él. Así, si su esposa le era infiel, se le castigaba con la retirada de la espiral de aros, dejándolas incapacitadas para sujetar su cabeza -debido a la atrofia de los músculos del cuello-. Estas mujeres se veían así obligadas a resignarse a vivir en una cama o a caminar sujetando la cabeza con sus propias manos. Antes de abandonar el poblado, nos fijamos en un pequeño grupo de mujeres que sacan lustre a los aros -algunos de ellos con piedras preciosas incrustadas-. Hay que limpiarlos un par de veces al día para evitar que el sudor y el polvo produzcan heridas e infecciones en el cuello. Atrás dejamos este recóndito lugar, morada de una de las costumbres étnicas más insólitas. Visto en Diario de avisos.