Intuyo un cierto padre y escribo...
Suelo tomarme mi tiempo para las cuestiones vitales, ser un poco lento, meditar cual será el resultado del acontecimiento, y decidir –sotto voce- , o acaso “ad referéndum” qué cuestión es prioritaria en éste mar de momentos. Mi vida, por lo menos en su quehacer y también en el ámbito de relaciones ha cambiado en los últimos tiempos.
Por un lado en el trabajo diario me muevo en una amplia constelación de situaciones. El tiempo del que dispongo para vivir: hacer+pensar+sentir, se ha visto alterado, mutado y haciendo más difícil el buscar el bache que mi exterioridad activa debe ir dejando.
Algunas actividades, como el leer y contestar mails, o responder llamadas, cual si fuera el refrendar documentos, se han convertido en un atasco al que, de mala manera, voy dedicando retazos como una obligación más bien impuesta que un deseo. Dejaré caer de vez en cuando algunos textos, o imágenes, que me tocan, que penetran en mi vida y dedicaré el tiempo escaso a emocionarme con el encuentro tranquilo y pausado como contrapunto de una vorágine, de una montaña rusa que requiere el encuentro pausado para asumir lo hecho y lo vivido.
Los viernes no son un mal día para decidir.
Así que los dejo amigos de la “noctámbula", palabras en servilletas, flores de papel tabaco, tiempos de largos bostezos, difusas noches de cafés y humos, cajones en orden, perchas sobrantes, madrugadas invencibles, lunas y copetines.
A todos los dejo. ¡Hasta siempre sempiternos!
Tengo brazos que tomar, mejillas que sonrosar, manitas para atrapar, e infalibles juguetes esparcidos que invitar.
Dirán: es flaqueza. Yo digo: es heroísmo.Copyright by Susana Inés Nicolini. Todos los derechos reservados