Hoy voy a ser valiente. Ea.
Pero dejadme que empiece por el principio...
Hace algunos años un amigo me presentó a su hermano por el msn. Me dijo que era un tío estupendo y que quizá nos cayésemos bien... así que bueno, no perdía nada por charlar con él un rato y ver qué pasa.
Y pasó que el hermano en cuestión era un buenorro impresionante, de esos que no se sabe si salen de un gimnasio o del Olimpo. Además parecía inteligente, fíjate tu, así que yo desplegué todo mi abanico de seducción: cambié inmediatamente mi imagen del msn por la más sensual y sersi de mi repertorio, empecé a usar mis genuinas tácticas rubias (pedone usté, Fle: es para que todos me entiendan :P) de hacerse la tonta y saqué a relucir mi pavo más entrañable.
Al final con la tontería hubo feeling, pareció que yo le resulté interesante y me invitó a tomar algo por ahí.
Fue una noche estupenda en la que pensé que había conocido al tipo de mis sueños. Carismático, intelectual, guapo y friki: todo en uno. Así que al día siguiente cuando vi a mi amigo, (su hermano) conectado en el msn fui rauda y veloz a cotillear qué impresiones le había dado el Adonis sobre mí. Y él, diplomático como nadie, me soltó sin vacilar: "jajaja pues me ha dicho que le has caído genial y que le gustas mucho. Que este verano has comido más hamburguesas de la cuenta, pero que lo suples con tu belleza interior".
Toma ya. Y se quedó tan pancho, eh. Yo me quedé planchada, ya os podéis imaginar, y traté de cambiar de tema como pude mientras sentía que se me caía el alma a los pies.
Pero no me repuse de aquello durante mucho, mucho tiempo. De hecho al Adonis no volví a cogerle el teléfono, (y me llamó algunas veces más) y a su hermano lo puse en no admitir porque no soportaba la vergüenza. Ya sé, ya sé que está mal, pero me sentía estúpida y miserable, así que corté por lo sano. Ah, y corté también con las patatas fritas y las hamburguesas, claro.
Sobra decir que odié a aquel tiobueno durante años. Le culpaba de todos los males del mundo cuando, ahora me doy cuenta, no tiene culpa de nada. Si acaso su hermano,que tuvo la delicadeza en el culo. Pero él no.
Y es que, (de esto trata mi post de hoy) NO SE PUEDE GUSTAR A TODO EL MUNDO. Intentarlo es inútil, puesto que por muy guap@ que resultes para algunas personas, seguro seguro seguro que hay alguien que le pone pegas a tu atractivo personal y que no ve ese carisma que intentas mostrar.
Y yo me he pasado la vida tratando de gustar: jamás he hablado en este blog ni en ningún otro sitio de las veces que me han dado calabazas, quizá tratando de parecer menos miserable. Tan sólo publicaba las fotos en las que salía bien, incluso cuando claramente no era yo misma en ellas. Quitaba las etiquetas de fareborn de las fotos de mis amigos si no les daba el visto bueno antes, y me empeñaba al máximo en resaltar mis cualidades para que nadie se fijase en mis defectos.
Y todo, ¿para qué? ¿Para que te nombren miss Internet? ¿Para que miren tus fotos con envidia, sin saber que hay más photoshop que en las fotos de la Obregón? ¿Para que tus colegas, que te conocen de toda la vida y te han visto con la cara llena de granos y ropa de los 90, te digan que estás mejor ahora que nunca?
Intentar agradar a todos te convierte en un esclavo de tu imagen: nunca te relajas, siempre debes estar alerta para maquillar lo que no te gusta y observar muy atentamente a la gente y sacar conclusiones de sus reacciones. Vives obsesionado con la ropa que te sienta mejor, y te cabreas muchísimo cuando no consigues el look que crees que necesitas. Te comparas continuamente y de forma inconsciente con los demás, llegando a sentir una envidia tremenda de aquellos que se llevan más miradas que tú.
Y lo peor, lo más horrible de todo, es que hagas lo que hagas seguro que hay gente que creerá que estás gord@, que eres fe@, que no le gustas. Y es lógico y normal: a mí no me atrae todo el mundo.
Por todo eso y mucho más, amiguitos, hoy estoy aquí para exorcizar demonios y soltar toda la rabia que llevo dentro: ESTOY HARTA DE SER LA MÁS HERMOSA. Así que nada, a tomar viento:
Pues ya está. Ya no tendré que volver a estar pendiente de si me etiquetan o no, de si salgo bien o no. A quien le guste, perfecto, y a quien no que se compre un mono y le ponga rizos.
Fiú, que tranquila me he quedao, chati.