Revista Literatura
Comienza incluso antes de que tus terminaciones nerviosas empiecen a enviar señales al cerebro.
La sola idea de su llegada.
La imaginación basada en la expectativa.
Y la ya dilatada experiencia, hacen que comiences a liberar serotonina y que rezumes endorfinas por cada poro de tu piel.
Es casi un estado mental, que roza fugazmente la felicidad.
El dolor es sin embargo, la oveja negra de la familia del placer.
Y cuando llega, cuando por fin lo sientes, tus niveles se disparan, casi se podría decir que tus pupilas se dilatan, tu vello se escarpia y solo puedes esbozar una enorme sonrisa satisfecha.
"Pero házlo lento, muy lento, dejáme disfrutar de este momento"
Al igual que las drogas, las buenas drogas, las que de verdad enganchan, su efecto es rápido y muy fuerte pero su extensión en tiempo no dura ni una cuarta parte de lo que desearias. Casi como un orgasmo. Por lo que no tardas mucho en querer repetir.
Y cuando el momento de éxtasis se esfuma, te quedas a solas con él, con el dolor que insistentemente te recuerda lo viva que estás.
"Volveré"