
No seré yo quien venga a cuestionar una novela escrita por un premio Nobel, pero País de nieve no me ha parecido la graaaaaan cosa. Es una buena novela, no dudemos de ello, y su lectura es agradable, fluida, un tanto extraña por momentos pero esa es la gracia, claramente esa es la intención del autor, colisionar de manera permanente la evocadora y poética belleza del paisaje, descritos a través de un parsimonioso y sereno lirismo, con los inestables y anodinos giros vitales, de tintes realistas por momentos, sobre todo en los naturalistas diálogos, de su pequeño puñado de personajes, despojados de cualquier clase de romanticismo, en cierta forma retratados en una desnudez pasmosa, rara, confusa, contradictoria.El protagonista es un hombre ocioso y diletante, como así es descrito por el narrador, padre de familia en Tokio, que sin embargo se la pasa viajando y disfrutando las ligerezas de la vida, de esta forma llega a esta localidad, país de nieve, en donde conocerá a una mujer bastante llamativa, una geisha con la que iniciará una tormentosa relación que más que placer y placidez sólo traerá, no lo sé, incomodidad e irritación. Supongo que una de las claves de esta historia es la dualidad o las falsas imágenes, las máscaras o caretas, en tanto el protagonista, por ejemplo, bajo esa primera impresión de hombre de ciudad decidido y con las cosas claras, pronto lo descubrimos como un pelele, un tipo inseguro, desarmado ante las contrariedades de la rutina y los impredecibles ímpetus de esta amante, inestable psicológicamente. Para qué hablar de la geisha de la que se enamora, mujer que parece vivir en dos precarios mundos paralelos, separados por un manto tenue y fútil, el de sus ensoñaciones y aspiraciones versus el frío e inhóspito vivir en el que se lo pasa borracha, atendiendo fiestas y clientes. La gracia es lo que subyace, ¿no?, no juzgar a estos personajes, algo que Kawabati lleva a cabo pero sin profundizar, sin comprometerse, esbozando apenas algunos trazos del trasfondo personal y psicológico que podría ayudar a comprender por qué demonios estos personajes se comportan así. Lo del tipo me recuerda un poco al concepto "ardor de la sangre", que leímos hace poco en la novela homónima de Irène Némirovsky, aunque este personaje lo llama "esfuerzo inútil", por qué esforzarse haciendo cosas "inútiles", él como hombre ocioso y aburrido lo comprende y no a la vez: por pasión y ganas, uno hace cosas "inútiles" porque le gustan, y sin embargo ahí lo tienen, mirando y caminando como zombi mientras de vez en cuando se enzarza en ilógicas e insustanciales discusiones con su amante, cuyas pasiones y matices psicológicos tampoco quedan muy claros ni comprensibles o empáticos, sólo nos queda aceptar que ella es así porque ha tenido, suponemos, una vida difícil.Me da la impresión que País de nieve es una novela que intenta ser cosas que finalmente no logra cumplir. No es una historia romántica, no es un relato costumbrista (aunque tiene trazos de ello, por supuesto, al ponerse a describir las bondades y tradiciones del pueblo), no alcanza a ser un estudio de personajes, tampoco un tratado existencial o filosófico... Podría considerarse una historia sobre la nada, es decir una historia que remite exclusivamente a sí misma, que sólo es lo que muestra, es decir: descripciones de los parajes nevados, descripciones de la vida de las geishas y otras profesiones de pueblo, alguna que otra reflexión artística del protagonista y, sobre todo, discusiones de amantes que oscilan entre las recriminaciones, los perdones, las promesas, las obstinadas cegueras y el agotador absurdo del ciclo que se repite (si alguna vez salieron y tuvieron algo con una persona borracha y delulu, comprenderán qué demonios intento decir).País de nieve es una novela sobre gente que no sabe cómo mierda vivir sus vidas y que se complican la existencia casi deliberadamente para solazarse en su supuesto suplicio vital, siempre lamentándose de lo que hay y deseando, idealizando lo inalcanzable, perpetuando así esa tragedia espuria y autoimpuesta. Más allá de la prosa sencilla y elegante, de sus evocadoras y poéticas imágenes, de todos esos aspectos técnicos, todo lo cual es muestra del oficio del autor, debo decir que la historia como tal y los personajes se me han hecho no sólo pesados, sino que inútilmente irritantes y desagradables. No le veo razón de ser a este libro, a pesar de que, aparentemente, Kawabata se lo trabajó durante años, perfeccionándolo a lo largo de una década si no estoy equivocado.Dudo que haya sacado algo en limpio memorable y concreto de esta historia.
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Se supone que debemos entender que País de nieve ha estado en existencia bibliometrusca desde el último trimestre del año pasado, lo cual explica que veamos sólo tres préstamos en estos cinco o seis meses. Nada desdeñable, considerando los hábitos lectores de la población. Se estima y aprecia la momentánea prolijidad.