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Araño la nostalgia del árbol deshojado
que impávido ha mecido mis horas,
y titila adormecida aquella luz
de un bosque color sepia encadenado.
En los besos que saltaron al abismo
se desdibujan los pájaros del horizonte.
Grita tu requiebro en el silencio de mi tumba
y crece la sombra enmohecida de tu nombre.
Existes en la nada de estos labios baldíos
y en la gélida aurora que se evoca, y muere.
¿Por qué guardar estos secretos vacíos?
Cenizas de este sol que no amanece.
La lluvia de mis ojos desvanece el tiempo,
pisado entre las flores que sembramos.
Y lloran sin tregua ni color las nubes,
caricias de terciopelo entre mis manos.
Nuria C. Mallart
Colaboración para Salto al reverso