Esta mañana como muchas otras desde hace ya un año, me encuentro en mi portal o en mi calle a una mujer joven que siempre lleva cascos, y parece estar en sus cosas, pero cuando paso por su lado me da los buenos días con una sonrisa enorme.
La semana pasada me la encontré por primera vez en otro lugar y me saludó con esa misma sonrisa y ese brillo en la mirada. Sacar de su contexto este gesto me hizo valorar que es uno de los mejores regalos para comenzar el día, encontrarme con ella y transmitirme tanto con un detalle tan cotidiano como es un "buenos días con sonrisa entre los labios".
Pero ahora os contaré un poco más de ella. Esta mujer, por su apariencia, diría que es gitana y es la limpiadora de mi comunidad. Tal vez su trabajo es uno de esos que "nadie quiere", pero es tan digno como cualquier otro. Lo mejor de esto que os cuento es que ella podría limitarse a hacer su trabajo, pero todos los días decide parar, mirar a los ojos a cada uno de mis vecinos y a mí, para regalarnos su sonrisa.
No existe mejor regalo que este ni mejor trabajo que se haga desde unas manos contentas. No sé su nombre, ni mucho más de ella (tampoco importa). Desde aquí lanzo un gracias por su testimonio diario de vida. Solo espero que haya más mujeres con cascos por cada rincón de nuestras ciudades.
"La belleza no mira, solo es mirada."