El fin de semana pasada asistí
en la Clinica Universidad de Navarra al XIII Congreso de la Asociación Nacional
de Informadores de la Salud; o sea, de periodistas especializados en salud y
sector sanitario. Era la primera vez que iba, y me vine con la maleta repleta
de amistades, aprendizaje de cómo organizar bien un buen un evento cuando no
hay escasez de recursos, y sobre todo un conocimiento muy exhaustivo de cómo
está el sector. Además, de varias conclusiones fundamentales.
En primer lugar quiero poner
en valor todo lo que encierra la Clinica Universidad de Navarra, junto a la
Universidad del mismo nombre: calidad, experiencia en la educación y en el
trabajo, y, sobre todo, una dilatada trayectoria en investigación biomédica. No
en vano, más 400 ensayos clínicos en marchan en la actualidad avalan una trayectoria
más que destacada en el sector de la salud.
Pero en el sector del
periodismo también me traigo varias aportaciones importantes. La primera, el
sector de la comunicación tenemos que visibilizar y priorizar a los pacientes
porque ellos pueden ser la mejor expresión para exteriorizar aquello que el periodismo
debe llevar a las redacciones. La información que trasladen los pacientes a los
pacientes es tan valiosa o más que la información de los profesionales
sanitarios o los profesionales de la medicina. Los pacientes han venido para
quedarse.
Si nos centramos en el sector,
vemos que es un sector convulso, que se está adaptando a nuevo formato que
viene impuesto inexorablemente por el mundo digital y social media. Cada vez
resulta más urgente que el comunicador sea digital y use todas las herramientas
digitales para trasladar la información de forma veraz, rápida y puntual. Y
esto viene implícitamente ligado a otro problema cada vez más arraigado al
sector: el intrusismo y la falta de profesionalidad. Si en todas las
profesiones se requiere un código ético, el periodista sanitario debe aplicarlo
más y mejor porque la información que trasmite mucha vez se transforma en
sentimientos y esperanzas. U comunicador, jamás debe manipular y mucho menos
jugar con los sentimientos, ilusiones y esperanza de las personas, máxime,
cuando éstas se refieren a la salud.
En resumen, el domingo cuando
regrese a la estación de Pamplona era imposible acarrear la maleta. El iphone
echaba humo. Y mi compromiso con ANIS estáaba firmado y sellado. Ese fin de
semana fue el principio de una historia que no tiene fronteras, como tampoco lo
tiene el periodismo cuando se hace con rigor, profesionalidad, y seriedad. Vamos,
como cualquier profesional de los que conocí personalmente en Pamplona y
anudamos la amistad que ya teníamos las por redes sociales. Lo que las redes
sociales unió. Pamplona lo refrendó.