Revista Literatura

Pantano de plata

Publicado el 09 marzo 2011 por Ddmx
Corría el año 1991, y es difícil que un año corra, normalmente los años, años son.
En el pequeño pantano de plata, las ranas, nacían, comían, y morían. Pues poco más, años ha que no se permitía enamorarse en el pantano de plata. Eran muchas ranas cuando se instauró la ley seca del sentimiento básico, por ello lo que antes se contaba a miles, ahora se contaba a docenas.Las únicas habitantes del pantano de plata eran las ranas, si obviamos al viejo Dedros el búho sarcástico.Algunas ranas envidiaban a Dedros, pues este, aun siendo sarcástico, era muy sabio, pero carecía de autocontrol y educación.
Al viejo búho le encantaba ese lugar, permanecía muchas veces en las ramas más altas de un castaño, que era más o menos de su edad. Esto lo hacía por las noches, para recitar versos a la luna, ya que allí decía que estaba su verdadero amor. Por ello muchos le insultaban, por vivir allí y no acatar sus normas, o por lo menos las leyes.
La noche emitía sonidos, mezclas de sonidos más bien. Soplos de alimañas y viento, voces de ultratumba, de amantes muertos en ese lugar. La rana que mandaba en el pantano de plata se subió a la roca eterna, donde comenzó a hablar de forma serena e inquieta al mismo tiempo.
- Pero vamos a ver compañeras ranas… Años ha que se decidió la ley del no-enamoramiento, y desde que se sentencio… ¡Perdón! Perdón… desde que se emitió como ley hecha y derecha, no hemos ido más que hacia atrás. Cada vez quedamos menos, es que como si no quisierais mantener nuestra especia con vida, es como si quisierais acabar con nuestro recuerdo… -la rana que manda y otorga deja caer sus parpados y suspira sin aire- decid lo que queráis, no entiendo por qué no perpetráis nuestra especia, sólo porque no os podáis enamorar.
Una de las ranas que se hallaba más al fondo, empezó a responder a semejante pregunta con carencia de interrogantes.
- Creo que usted tiene toda la razón, y permítame decirle que muchas de nosotras lo hemos intentando, pero cada vez somos menos las ranas que pensamos así.- ¿Y no podéis procrear entre las que pensáis de tal modo? –preguntó la rana jefa-.- Es que no nos gustamos excelencia, no sentimos atracción entre las que pensamos de igual modo.- Entonces estas pensando como la mayoría tu también, estás hablando de amor.- No ¡Por nuestro dios saurio!… no me diga eso excelencia. No amamos, pero puestos a procrear, no existe apetencia entre las que pensamos de esta forma.La rana al mando se seca los ojos con su rosada lengua, mientras otea una rama donde se encuentra Dedros.- ¿Puedo bajar Tinfos? –pregunta el viejo búho-.- Haz lo que mejor te parezca –responde su excelencia la rana-.La noche sucedía sobre si misma, y el calor reforzaba los corazones, pero denigraba el sentimiento.Dedros bajó en picado como una gota de lluvia, que se ve veloz por unos y lenta por otros. Cuando hubo bajado se apoyó cerca de la roca eterna, en un tronco carcomido y mohoso.
- Todo sería más sencillo si fueseis hermafroditas.- ¿Herma… qué?- Hermafroditas, es una forma de decir: Yo me lo guiso yo me lo como. –contesta Dedros- No os haría falta tener a una segunda rana para concebir vuestros huevecillos, hay ranas que son hermafroditas.- Llevo años, y esto también me gustaría que lo escuchaseis los del fondo; llevo años con intención de arrojar la toalla, no compensa tanta frustración. –alega Tinfos mientras vuelve a suspirar-.- Cuando la luna se mueva 3 ramas de olivo, espérame aquí, tenemos que hablar. –diciendo esto el búho abrió sus alas de forma suave, para seguir con un golpe de aire e impulsarse hacia el cielo de la forma más vertical y bella que se pueda narrar-.Tinfos lanzó su última visión a todas las ranas que allí se encontraban, para terminar su dictado de esa noche, con un: - Iros y no me defraudéis.
Las ranas en aparente animadversión hacia la vida, marchan cual desfile nocturno hacia su lugar de sueño. Un mar de calma, tan enorme que quizá sea océano, halaga el clima del pantano de plata con su presencia. La sosegada luna se desplaza, a la distancia de 3 hermosas ramas de olivo.Tinfos con prisa casi hilarante, se aproxima hacia la roca eterna mientras percibe una ráfaga de aire familiar, brotada de una sombra alada.
- Espero que no empieces con tu propaganda política –comenzó a comentar Tinfos-, y te agradecería que fueras lo más breve posible.- Descuida Tinfos, es sólo que viendo lo bien que llevas a tu pequeña nación de croadoras, pensé que ya estabas preparado para extender tus dominios y mandar sobre otros animales, es que se te da bien….- ¿Qué quieres decir?- ¿No lo sabes? eso es raro, vosotras que lo comprendéis todo… -dijo Dedros-.- Voy a ir marchando, nos vemos. –dice la excelente rana mientras gira sus patas-.- Bueno… espera… tengo que decirte un par de cosas.Tinfos gira otra vez sus pequeñas patas hacia el búho, mientras levanta una ceja y resopla parpadeando un par de veces.- Termina por favor…- Compañera verde con papada, tengo que ayudarte. Hace tiempo que sin quererlo confraternicé con algunos de tus congéneres, justamente los que no ponen empeño en ayudarte a seguir creciendo, justamente, las ranas que me escuchan.- Hay una leyenda que me contó mi padre, y al él, su padre. Se dice que tú nunca has errado, y que es lo que más temes. Se dice que nunca has presagiado algo sin que se cumpla, y que detestarías el momento en que así fuese. Pero estimado Dedros, nosotras solucionamos nuestros problemas, no necesitamos palabras ajenas.- Creo que no te has dado cuenta de algo muy importante, no pude evitar fijarme en que todas las…-Dedros interrumpido por multitud de pasos saca sus ojos de las orbitas para presenciar un mensaje-.Unas cuantas ranas se apresuran a trompicones hacia Tinfos, la fila está comandada por el general.- ¡Su excelencia! ¡Su excelencia! Arkurda…. Arkurda… ha…. –expresa el general con la voz entrecortada y cabeza agachada-.- ¿Qué le sucede a mi hermana? –pregunta Tinfos con angustia-.- Excelencia, Arkurda… ha… Arkurda ha muerto su excelencia.- ¡Noo! No, no, no no no ¡No! Nooo! –La rana mandante y reinante comienza a convulsionar entre lagrimas, lamentos, y la mas absoluta desesperación-.El general da la orden a las demás ranas que lo acompañaban, para que se llevasen a Tinfos a ver el cuerpo de Arkurda.Mientras Dedros permanecía con el pico abierto, y la luna estaba a punto de escaparse, el general miró al búho para decirle algo.
- No te queremos aquí. Las únicas ranas que te quieren aquí son las que no aceptan tener descendencia. Espero que no tengas nada que ver con eso; porque te doy mi palabra, tienes mi promesa, y lo juro por el dios saurio, que si así fuese… no tendrías cielo a donde huir, me encargaría de ello.El sabio búho, cerró su pico al tiempo que ponía sus ojos en la luna.
- Es hermosa… ¿verdad?- ¿El que? ¿La luna? –pregunta el general-.- La idea. La idea de la luna. –comienza a expresar Dedros mientras caen gotas de alma por sus ojos- La idea que tiene cada uno de nosotros de la luna. Estés donde estés, da igual donde, donde quiera que estés, la puedes ver por la noche. Cada cual tiene su idea de la luna, a algunos les hace llorar a otros reír. La luna para ciertos animales representa un macho, para otros una hembra. Para mi representa un amor que nunca he llegado a tener a causa de mi carácter.- Porque eres un búho estúpido. –alega el general-.- Puede ser. –responde Dedros mientras las lágrimas van cesando- Tinfos tampoco tuvo un amor, amó, pero sin ser amado. Sintió un dolor, decidió que era algo perjudicial, y que era algo que ninguna rana debería sentir jamás.- Eso no explica en absoluto por qué no podemos seguir teniendo hijos. –manifestó la rana general de forma enérgica-.- Pudiera ser… pero si explica porque han dejado de hablar algunas ranas. Eso era lo que quería expresarle a Tinfos, que las ranas que me escuchan, nunca hablan, y son esas mismas ranas, las que han decidido dejar de procrear.- ¿Y eso que tiene que ver con la luna?- Todo. No hay una moraleja, ya que en el momento que exista una, creará la necesidad de que cada cual asuma la suya. Es tan sencillo como eso, o es la nada, o es el todo. Si algo nace es el anuncio de que más cosas nacerán.
Dedros sonrió con su pico, mientras con pausa levanto su mirada y volvió a levantarse sobre al aire, como nadando otra vez en el agua del pantano, el pantano de plata.

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