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Panteón de Paris

Publicado el 18 octubre 2011 por Alexpeig
Panteón de Paris
El presente es neblina, sólo una chica sensible al agua de lluvia llenaría el hueco. He podido percatarme de ello en Midnight in Paris, seducido de manera fugaz por el recurrente escepticismo de Woody Allen, quien en una ocasión afirmó que si le dieran a elegir entre Dios y el aire acondicionado elegiría el segundo. El agua de lluvia es como el aire acondicionado, y la luz de Dios, valga decirlo, comienza a destellear en el país del oro, o esa época dorada que anhelan los protagonistas de la película. Un tipo realista y cabal como Allen sabe elegir a la chica en la circunstancia, el gusto y el momento indicados, tal es el modo en que el escritor interpretado por Owen Wilson resuelve su bohemia. Ya saben, Paris bajo la lluvia, amor bajo la lluvia, descreimiento respecto al Tiempo mítico. Es menos una caricatura sobre el esnobismo de un tipo sensato rodeado de pedantería académica que una sencillísima disertación - tal vez reiterada en exceso - sobre la necesidad de establecer una relación inmediata con los sucesos, el beneficio de concretar la búsqueda y evitar perderse en las odiseas del imaginario personal. Scott Fitzgerald, Hemingway, Salvador Dalí, entre otros, aparecen envueltos en irrealidad, en semicaricatura, iluminados con luz de ocres y dorados. El mundo real es un cúmulo de disparidades que imposibilitan la afinidad y, por ende, el amor. Alguien que disfruta empapándose con las gotas de lluvia encuentra su sitio junto a su análoga femenina. Ahí radica el sentido del cine de Allen y mi particular aversión hacia el aire acondicionado, desde la claridad y la franqueza. Porque, fíjense, Dios es precisamente esa pérdida vital que puede darse cuando te sumerges en lo abstracto, recubierto de miel y oro, y buscas un poema que pueda legitimar la ensoñación. El presente, su verdadero valor, es, en cambio, algo fruto del azar, esperar el momento, que puede llegar o no, y posee la concreción del aire refrigerado o de los corpúsculos de agua. Yo reconozco la necesidad de concretar, pero después de entender el impulso de volar hacia el paisaje mítico. En pocas palabras, Dios es el absoluto imaginario. El aire acondicionado, como el amor conyugal, es sólo uno de los incontables peldaños inferiores sobre los que intentamos tejer una trama. Si estas divagaciones les resultan demasiado extrañas o estúpidas, no culpen a otro que no sea yo, pues la película posee una trasparencia encomiable, la fotografía con la que muestra las calles y plazas de Paris es de una belleza inusual y a pesar de ese discurso tan repetitivo es quizás el filme que con mayor sutileza refleja esas contrariedades de la existencia que su autor ha ido exponiendo durante décadas.
"Dios es imaginario" es el lema que algunos grupos ateos han usado para atacar a los crédulos. Y tienen razón, esta vez aciertan de pleno al evitar el tópico de la negación ("Dios no existe, disfruta de la vida", y chorradas por el estilo) para afirmar la verdad. Nadie, ningún místico ni filósofo, ningún verdadero conocedor de la tradición ha supuesto que Dios resida en otra esfera de la existencia que no sea la de la imaginación humana. Otra cosa es que la imaginación sea un concepto muy mal definido. Pero, claro, para la civilización del aire acondicionado esa ontología también es neblina, inconcreción, ambigüedad. Curioso. Por regla general no tenemos problemas para penetrar en el significado de los iconos paganos, los iconos de la vitalidad. Comprender, por ejemplo, que el dios Apolo - Helios no tiene una existencia literal, sino que simplemente es una representación del fuego adolescente, de la belleza de la juventud, del Tiempo Dorado del Sol. Imágenes que expresan facetas del ideario humano. Zeus, Afrodita, Hércules, las hespérides al atardecer (las melancolías y dulzuras cuando contemplas la puesta de sol). Luego, el concepto de Dios representa la idea de absoluto que las instituciones religiosas han monopolizado porque si bien el panteón griego es un "alfabeto" de la multiplicidad de facetas, el Dios monista de la tradición semítica es la representación del Uno, el Dios único que trasciende en sí mismo a todas las imágenes del imaginario. En nuestro siglo, las principales iglesias monoteístas siguen monopolizando el significado de Dios, mostrándolo como si fuera una entidad sobrenatural que creó a la especie humana e interviene en la historia en sentido literal, y así es como ocultan el verdadero poder de Dios, es decir, *adquirir en la conciencia a ese componente de nuestro imaginario personal. De este modo, ellos, tienen la exclusiva del conocimiento, y la gran mayoría de la masa humana no podrá descubrir el pastel. La televisión, las revistas, el cómic, la literatura, y el cine (el cine sobre todo), por su parte, diseñan y administran el variado flujo de iconos que se corresponden con los guerreros, héroes y semidioses del mundo clásico. Con tanta neblina y manipulación no me extraña que Allen se quede con el aire acondicionado. Sensatez ciega y relatos de chicas mojadas. Está muy bien.
*Referido a un proceso de íntima comprensión. La clave está en entender a Dios como una propiedad emergente del ser humano. Para Darwin o Freud dicha propiedad psíquica tendría su origen en el miedo ancestral o sentimiento de desamparo. Para algunos filósofos o poetas está relacionada con el agradecimiento o comunión con el Kosmos.

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