La compañía de ordenadores DELL fue la primera en emprender viaje hacia el fenómeno de la venta en internet. Para más inri, no había forma de pillar un portátil de esta casa de forma “analógica” (tienda física). Así, la firma estadounidense acumula ya una década de experiencia despachando su tecnología a medio mundo vía electrónica y, además, vende un producto que el cliente ha creado a imagen y semejanza de sus necesidades.
Lo cierto es que vendía y mucho.
Si es que los que por entonces se decantaban por poner un DELL en su vida accedían a una web accesible, rápida, donde también podían contactar con los técnicos, bajar archivos y actualizar el software, al tiempo que obtenían una satisfacción online en unos tiempos todavía “pleistocénicos” para el comercio electrónico.
“Fundamentalmente, en este momento ponemos online todos los procesos de nuestro negocio, ya sea el trato con nuestros proveedores, nuestras operaciones internas o nuestros clientes. Todo está poniéndose online y www.dell. com es el centro”, comentaba Michael Dell, gerente general de la empresa en el remoto 2002.
Ignoramos a qué portentosa bola de cristal 2.0 consultaron o si Julio Verne les prestó su imaginación, pero la cuestión es que actualmente todos los negocios se encaraman al AVE digital y los que son reacios empiezan notar un cierto aroma a desfasado y a naftalina en su iniciativa empresarial.
Pues bien, hasta el turrón ya campa en la red ofreciendo sus mordiscos típicamente navideños en una tienda online plantada en la bulliciosa Facebook. Todo un país con una tasa de natalidad desbocada gracias a sus más de 500 millones de usuarios y que ensombrece hasta la misma China. ¿Quién desdeñaría la posibilidad de montar una tienda en semejante calle Serrano elevada al cubo que permite agregar turrón, coca cola (con todo su merchandising tan cincuentero), unos billetes de avión, pañales o una pizza a un carrito de la compra “feisbuquero”?
Así, el turrón más caro del mundo es ahora el más online, sin que su sabor se vea alterado por los bytes. Mientras que otras marcas oriundas de Jijona han montado su garito en la red social de Zuckerberg convirtiéndose en uno de los negocios más dulces del panorama “social”.
También, para decorar la casa y ponerla acorde a los tiempos que corren ya no es preciso pasear por los estridentes centros comerciales, ni acudir a talar pinos a ningún bosque siberiano (es una broma, lo artificial conjuga mejor con el espíritu de la Navidad). De este modo, los negocios online también suavizan el trance de construir los mejores ambientes para entonar villancicos.
Además, Papá Noel ya no sufre los contratiempos de un juguete descatalogado. Si no lo encuentra en su tienda habitual, se topa con que ya no queda ningún ejemplar en los arrabales de su provincia o en su mismo país ya se ha extinguido el producto de marras, siempre podrá comprar electrónicamente incluso en la nación vecina y que le manden el cotizado juguete al garaje donde tenga aparcado el trineo.
De modo que sólo hay que levantar un dedo (sobre un teclado de ordenador o móvil) y pedir, pues ya vendrá el esclavo internet a satisfacer nuestros deseos más peregrinos y poco importa ya que los regalos jueguen al escondite con los Papá Noeles de turno o sus reales majestades.