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La vida es ya insoportable como para , ademàs, tener que hacerse cargo de tener un otro yo. No tengo claro cómo pasó,ronda por mi cabeza una teoría bastante vaga sobre la poca rotación con que cambiaba las sábanas y la higiene general de mi habitación. Tal vez el tipo creció durante un tiempo ahí y yo ni cuenta me había dado. La cosa es que me desperté y estaba, en pelotas, acostado al lado mío. Me dio pena despertarlo porque dormía tan bien, a mi no me hubiera gustado despertarme si estaba así. Pensé en llamar a la policía pero él no había cometido ningún delito y lo más probable era que yo termine en un psiquiátrico, por antecedentes. Entre mis vacilaciones del desayuno, se apareció con un pucho en la boca, seguía en bolas. Debía ser un Daniel muy primitivo porque yo hace tiempo que no hacía eso de fumar en ayunas. Él se hizo un mate. Casi sin mirarme prendió la tv y se quedó ahí un ratito hasta que atinó a hablarme.-Disculpa, no veo muy bien, pero ahora de cerquita no puedo dejar de notar tu enorme parecido conmigo, tenés un poco menos de pelo en el pecho, pero poquito. ¿Sabès si somos parientes, dobles o algo así?Ignorè su impertinencia, tener muchos hermanos me había entrenado en no prestar atención a alguien para castigarlo o para que desapareciera de mi vida. A veces intentaba enamorar de la misma manera, con resultados desastrosos, resulta que las mujeres quieren atención. Comencé con el ejercicio diario , impago, de la escritura. “Es medianoche, Leopoldo hunde la pala en el patio del chalecito que de tantos agujeros parece campo minado. El Puchi, perro cachuzo, pasó a mejor vida, lo cual no era muy difícil porque había tenido una vida de mierda. Las mascotas adoptadas por el bonaerense eran incontables, llama la atención su empecinamiento en ponerles nombre. Leopoldo no era cruel, simplemente era un vampiro pobre, un especimen raro y tenìa que comer. La soledad había hecho estragos en su discernimiento, un hombre solo sufre, sufre mucho”El otro Daniel entró en mi estudio masticando un cacho de pizza de ayer o anteayer. Pispeò la notebook y calló. Me conocía, sabía que la curiosidad por el silencio podría más que la resistencia ante cualquier comentario negativo.-¿Puedo?Sin dejarme responder se sentó y, cigarrillo Benson en mano, escribió con notable velocidad y concentración. “Leopoldo tenía un cierto talento para la escritura, sin embargo nunca se había esforzado lo suficiente por llegar a algo provechoso con ello. En un altillo de su casa guardaba innumerables manuscritos que sólo enseñaba en las visitas de los pocos amigos que le quedaban. En sus primeros borradores se notaba la influencia de su padre como modelo de vida. El tiempo y su indefectible costumbre de hacer darnos cuenta de que debemos odiar a nuestros padres había logrado que su prosa mejore, aunque sus textos aun estaban impregnados de tristeza, impotencia y citas atadas con alambre. Leopoldo se encerraba en admitir que su problema principal (dejando de lado la pobreza, el exceso de masturbación o el empecinamiento con la medicina homeopática) era la imposibilidad de olvidar a su único y verdadero amor, Rosa, su compañera de secundaria ”Al leer, reconocí en este Daniel rasgos que hace rato habían desaparecido de mi personalidad, dejando lugar a algunas fobias que hace tiempo me tenían cercado, en su autocrítica encriptada, en la claridad con la que se describe en la persona de Leopoldo o en el hecho de no usar antitranspirante. no me achiqué y seguí el juego. “A favor de Rosa estaba la dificultad de llevar adelante una relación amorosa con un vampiro, en especial la imposibilidad de cocinar con ajo, obstáculo cuasi insalvable.En contra de Rosa, que no era de esas chicas a las que les llueven pretendientes como para hacerse la exquisita. La de Rosa no era una belleza apabullante, Leopoldo la amaba, en principio porque ella tendía a incluirlo, aun cuando él, upir en crecimiento, no controlaba los impulsos y se lanzaba a succionar heridas de los compañeros. Sin embargo, los entornos influyen y por más compasión que tuviera la chica, nadie le recomendaba engancharse con Leopoldo, sino más bien esperar a que algo más potable estuviera a tiro. Algo más potable se corporizò en Abel, un muchacho que se sentaba atrás en la punta. Desde el momento en que se empezó a rumorear que andaba con Rosa, Leopoldo lo puso entre ceja y ceja. El amor entre Abel y Rosa terminó el día en que misteriosamente Abel fue encontrado en el baño, sin sangre y con la billetera vacía. Crimen que hoy sigue impune, por la reticencia de los policías bonaerenses hacia el esoterismo y el desconocimiento de èstos acerca de vampiros diurnos.”El otro Daniel, con miguitas en los pelos del pecho, hizo una mueca deforme y siguió el juego.“Otras mujeres amaron a Leopoldo, aunque sólo Erica y Sara tuvieron algún éxito. Él intentó corresponderlas de manera adecuada, sin embargo algo lo detenía para entregarse por completo, tal vez la falsa esperanza en Rosa, tal vez la cobardía, tal vez el egoísmo. Durante su relación con Erica descubrió el placer que le producía sentirse amado y que el amor tenía bastante que ver con los celos. Por lo cual fingió infidelidad de manera bastante extraña e histérica. Esta acción consistía en hacerse amar por diferentes mujeres hasta el punto de no consumar acto venéreo de ningún tipo. Esto le ocasionaba problemas en cuanto a reclamos cuasi publicos de amantes que parecìan màs molestas en que el hombre no haya finalizado el acto que en ser . Erica no tardò en enterarse, al principio se molestò un poco pero termino por entender la situación y corrió al loco para donde disparaba. Anulado el efecto esperado del jueguito, Leopoldo se volvió despiadado, culpando a Erica de casi todo, pero fundamentalmente de su impotencia ante la vida. Insoportable, se peleó con ella, empapado en resentimiento y cinismo. Erica se pasó el cinismo y el resentimiento por las partes blandas y a los pocos meses ya se había bajado a medio barrio. Sara llegò cínica y resentida a la vida de Leopoldo, pero con motivos más sólidos que la imaginaciòn de un infeliz. Luego de un veranito interesante marcado por la seriedad de los enamorados experimentados que quieren hacer las cosas bien, el amor se fue extinguiendo para dar paso a algo muy parecido a una sociedad anónima .Ella le aseguraba afecto mientras èl hacìa de albañil, plomero y psicólogo conductista. La cosa funcionò bien por un tiempo, pero al parecer el hombre quiso algo más que afecto, sexo por ejemplo. Cansado de insistir, demasiado fatigado como para dejarla, le hizo la vida imposible buscando que ella dè el primer paso. Primero se dejó estar, dejò crecer una barba tetrica y pinchuda, usaba la misma ropa todos los dìas y no disimulaba para nada su vampirismo. A la vuelta de trabajar, la pobre mujer se encontraba cada dos por tres con el living lleno de medias, cenizas de cigarrillo y cadaveres de pequeños mamiferos. Sara, paciente, lo abandonò a las tres semanas, abandono justificado, el autismo depresivo de Leopoldo era incompatible con cualquier tipo de convivencia o amor.”Envalentonado, el otro Daniel se negaba a hacerme lugar para seguir con el cadáver exquisito, lo dejè, como dejo todos los textos que no sè como continuar. “Leopoldo frustrado con el amor, la escritura, el dinero, la canilla del baño, las mascotas, Chacarita y casi todo, llegó indefectiblemente al punto de la rendiciòn, ni siquiera tenía a quien dedicar la mise en scene del suicidio. Agobiado, con la tentaciòn latente de degollarse y terminar con su desgracia, consultò a una bruja que en algún momento le dió resultado curando un herpes. La vieja lo recibiò en ruleros, a los pocos minutos de escucha pasiva, sentenciò:
- Usted tiene un gran destino por cumplir, pero està atrapado. Achurarse no le va a servir de nada. Usted necesita terminar con esas minas y empezar a alimentarse como un vampiro como la gente.La desesperación ayuda a tomarse de lo que sea para no asumir nuestras responsabilidades, cualquier cosa es buena para evitar el suicidio, cualquier cosa sirve para no sentir que estamos locos, cualquier gesto nos puede indicar que alguien està enamorado de nosotros. El no comer humanos fue tomado por Leopoldo como la razón causante de su infelicidad y de su acidez. Creyente de las soluciones holìsticas, la idea de beber la sangre de sus enamoradas lo sedujo, le parecía una venganza justa, un giro al final de la historia, el que ata todos los cabos. La liberaciòn puede llegar buscando nuevos caminos o borrando los anteriores o haciendo ambas cosas. Una vez llegado a su casa, hizo los arreglos para citar a sus tres amores y sonrió después de mucho tiempo. ”Molesto, tomé el teclado:“Las mujeres fueron citadas a las 9, Leopoldo vistiò sus mejores ropas, las ùnicas decentes que le quedaban en realidad. Erica y Sara fueron las primeras en llegar, entre ellas la matanza no distinguiò porcentajes amorosos, sin mediar palabra , con salvaje vehemencia vaciò los cuerpos de las pobres chicas que tanto se habìan emperifollado. Saciada su sed, enterrò los cuerpos en el patio, robandole un poco de terreno al vecino dada la superpoblación de tumbas. Con la última palada viò reverdecer su naturaleza poderosa, su capacidad de triunfar, su omnipotencia, pero faltaba algo, algo que aùn le picaba adentro: Rosa. El primer amor del vampiro se hizo desear, apareciò casi a medianoche. Estaba un poco más gordita, llevaba un vestido de flores, el pelo castaño seguìa llegando a sus hombros. La ansiedad del engendro lo dejò sin palabras,tanto tiempo pensando en Rosa, tanto que se la imaginò. Ella tomò la iniciativa. Hermosa, lo abrazó y casi sin querer le soltò un te quiero tan sincero y puro que Leopoldo no pudo más que dejar caer una làgrima, abrazarla muy fuerte y perdonarle la vida. Despuès de una linda cena se despidieron con intenciones de quedar para otra vez, lo cual nunca pasarìa ya que Leopoldo prefiriò seguir teniendo una excusa para ser un infeliz ”Al ver el final, el otro Daniel cayò en cuenta de que yo no querìa cambiar, que su predica era en vano. Luego de unos minutos en los que lo notè rondar por ahì, desapareciò. Era un Daniel primitivo, no sabìa que la venganza, el recuerdo y el autoflagelo son muy sanadores.