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Para el periodista balear Eduardo Jordá, y es que un día monarquico, lo tiene cualquiera.

Publicado el 20 marzo 2010 por Peter Allman @pedro12
Para el periodista balear Eduardo Jordá, y es que un día monarquico, lo tiene cualquiera.
El pasado día trece de marzo, en un periódico balear, un columnista Eduardo Jordá le dedico una palabra para el ilustre escritor vallisoletano Miguel Delibes. El titulo se proclamaba como Un mundo en extinción, y yo le quiero preguntar, pero ¿la señora marquesa no le llego a dar un duro a usted? no no no, eso le pasa por dejarse comer la merienda. Pero que ¿Don Miguel Delibes tiene libros escritos? guau y yo pensaba que solo era un escritor, director del periódico de El norte de Castilla, como usted... eh no. Usted solo es un columnista. Por otro lado dice que salía en televisión (que todavía esas cosas están por descubrirse aquí) con una chaqueta de color aceituna, es que en Valladolid no somos tan ricos como en su querida Baleares, y para lo que usted es un gran diseñador como Cristian Dior, para nosotros es Pepe, el de la esquina de la Acera Recoletos.
¿Valladolid? Solo puedo decirle que al nacer, antes de decirme mis padres que había nacido en Valladolid, retiraron todo objeto afilado y punzante para que no me cortara las venas. Mire que si llueve en Valladolid, que los vallisoletanos, en vez de tener piernas, tenemos ancas de rana. A veces muy útiles, llegas a los sitios de un brinco "camarero, una cerveza" y el de un par de saltos te la trae. Cuando llamas por teléfono (otra de las cosas por descubrir por aquí) y dices me pueden traer una tosta de pan con aceite, el recadero dice. "Se la llevo en un salto señor", y realmente en un salto la tienes, lo malo esta que cuando haces el amor con tu pareja, al que le toca ponerse encima, no vea usted la de golpes que se da contra el techo. Si señor las calles de Valladolid son muy estrechas. Imagínese. Cuando es semana santa, los cofrades y penitentes, van en fila india, para que puedan entrar la gente en la calle y poder verla. A Jesucristo, en vez de crucificado, le llevamos ahorcado, para que no se deteriore y se pegue contra las paredes de las casa al poder llevarlo. Las calles de Valladolid son tan estrechas que las esquinas las tenemos totalmente destrozadas, en recuerdo de cuando usted vino y se debió dejar todo su ego dentro de cada una de ellas. Mis condolencias para usted y su ego, por cierto ¿recibió la indemnizacion por daño? le invito a que venga, para dársela, pero esta vez venga en un traje reforzado, no desearíamos que se hiciese más daño. Por otro lado usted dice que se extraña que el señor Delibes tuviera lectores. No hombre, nosotros le comprábamos las portadas de sus libros, para decirle le estoy leyendo (aunque esto con voz baja, era una pequeña mentira), y vamos si tuviera sombrero me lo quitaría ante usted, la de miles de profesores, historiadores, cátedras, que han leído los libros de Miguel Delibes, y usted ha sido el que ha tenido cabeza, como para llamarle mentiroso. Yo no soy cazador, pero me puedo imaginar que en su tierra cuando iban a cazar, con ellos llevaban un cocinero, donde les hacia ricos manjares, lo de la caza solo era para matar el aburrimiento, no por que se pasaba hambre. Dese cuenta usted, que aquí en el más pantanoso Valladolid, no teníamos a ricos alemanes, ingleses como en su querida isla que dejaban sus cuartos haciéndo a la isla más rica. Eso si, los libros del señor Delibes pueden dar algo que usted no ha tenido, de hecho no tiene y me imagino que nunca llegara a tenerla, que es EDUCACIÓN.
Para despedirme, solo me resta decirle, que aún en Castilla hay iglesias con calles empedradas, y campanarios replicando ante la atenta mirada de las cigüeñas, que habitan en ellos (No el jorobado, ese es de Notre Dame), lo que no vera es a un valiente que es capaz de escribir esas calumnias, acerca de una persona que no se puede defender. Yo como vallisoletano solo me queda hacer una cosa con tal "valiente" Reír a carcajada limpia.

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