“… Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo, sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente.”
“Rayuela”. Julio Cortázar.
Sentir menos, pero recordar más… cuando los recuerdos nos vienen sin ser avisados, llevándonos la contraria, dejándonos ensombrecidos el presente por su intensidad…¿qué hacer? No hay más remedio que aceptarlos, convivir con pensamientos que desearíamos no tener, ideas de un pasado que, a nuestro parecer, está tan cercano como el ayer. “Pero pertenecen a mucho tiempo atrás” nos dice el calendario. No es extraño que acabemos adaptando el presente a aquel deseo incumplido, que, si usásemos la capacidad racional que se nos atribuye como personas que somos, veríamos que es insalvable y que nunca podrá ser realizado. Dejar pasar el tiempo, sin tener en cuenta que también TÚ estás pasando en él, y que, quizá, aquellas oportunidades que surgen y no valoramos, sean las que, de seguir, nos harían felices mañana.