Una semilla en esta tierra desolada hizo brotar un arbolito en mitad de la polvareda. Entonces, llegó el realista con su hacha de talar imposibles.
- No es factible que algo crezca en este lugar.
Y mientras levantaba el arma para asestar el primer golpe, apareció el soñador cargado con abono de esperanza.
-¡Para! –gritó-. Este árbol alcanzará el cielo, y dará semillas de todas las especies, convirtiendo este paraje en un paraíso.
-Estás equivocado y lo sabes – respondió el realista dando media vuelta.
Allí quedó el soñador preguntándose qué es más que el paraíso. Pues es sabido que en los sueños se yerra por defecto, y nunca por exceso.
NiñoCactus