El fútbol en África es otra cosa.
Cambiar las reglas del juego es tendencia. Los humanos estamos en ello desde siempre, pero ahora se lleva más, como la barba. Si observas durante unos minutos a un grupo de niños jugando comprobarás que cada poco tiempo cambian las normas. “Tú eras el médico que llegaba tarde, tú venías y me dabas un golpe, mi hermano es un monstruo y ve en la oscuridad, tú disparabas y no me dabas, tú eras el policía, tú eres el toro y yo el torero…”. Los más pequeños van construyendo la historia a su antojo y no siempre con amplio consenso. Estos cambios sobre la marcha suelen provocar más de un desencuentro: “Pues no juego” y se acaba todo.
En mi colegio, el partido de fútbol del recreo (que tenía un segundo tiempo a la hora de comer) no requería organización. Pares contra impares, era la norma general y se acabó el debate. Con esta aparente falta de criterio se evitaba tener que elegir a pies, que era tedioso y humillante para los nombrados en último lugar. La integración de sexos nos llegó tarde y fuimos la única clase sin chicas durante tres años. Mejor para el fútbol y peor para todo lo demás.
Si los tuyos le daban a la tertulia o al bocata, aunque fuera en el campo, que era costumbre, la mañana se torcía. Si la gripe se cebaba con los impares, te esperaba una semana fatal, a la defensiva. Y si había más tuercebotas en tu lado, algo más estructural, era todo un año de goleadas escandalosas. Entonces, había que recurrir a trucos como el cambio de portero instantáneo. Cada equipo tenía unos quince integrantes, el terreno de juego era pequeño y había sobrepoblación de jugadores, así que nadie sabía muy bien quién ejercía de guardameta hasta que se estiraba para cogerla con las manos. Con tres tipos preparados para ello, tenías alguna posibilidad, aunque en las jugadas decisivas siempre había discusiones.
Aquello tenía sus propias normas, su liturgia. Yo pensaba que era un caso único. Y va la selección española, la Roja ésta, y hace lo mismo. Ahora quieren anular el partido y dejar a los Bafana bafana sin triunfo sobre todo un campeón del mundo. Por mí vale, dirá Del Bosque, que perdió. “Mejor Reina que Arbeloa”, dirá Casillas: “A ver si éste también me va a quitar el puesto”. Les está bien empleado a los sudafricanos, por jugar al soccer cuando lo suyo es el rugby. Pobre gente.
Para acabar, algo más serio. Con los terroristas que han cumplido las condenas, el Gobierno, inspirado por UPyD y la preocupación por el voto, también planea cambiar las normas sobre la marcha y evitar que reciban subsidios si no han condenado a ETA, pedido perdón a las víctimas y aceptado pagar las indemnizaciones. A mí, me gustaría que hicieran las tres cosas, pero no para cobrar el paro.