Pasaste por mi calle, no te detuviste. Solo pisaste su encintado gris, quizás para sentirlo bajo tus pies. No te percataste de las fachadas de sus edificios, de sus engalanados balcones con jardineras de azaleas rojas. No percibiste la amabilidad de sus gentes, sus rincones donde el amor susurra al oído un "ven" que sin aliento deja.
Pasaste por mi calle blanca, pisaste su acera, seguiste camino. Hallaste otra calle. No estaba engalanada ni había amor que susurrara.